El desempleo ya no existe en Europa: ¿es esto una buena noticia?

El desempleo casi ha desaparecido y ya no afecta más que al 6,7 % de la población activa, su nivel más bajo desde hace treinta años. Sin embargo, la producción se estanca. ¿Cómo es posible esto? La revista francesa Alternatives Economiques desentraña el misterio.

Publicado en 1 mayo 2023 a las 08:30
Jean Dobritz voxeurop travail

Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que todas las miradas estaban clavadas en las cifras de desempleo. Eran el barómetro político por excelencia, el que escrutaban todos los políticos electos en su búsqueda del voto de sus conciudadanos. Hoy en día esta preocupación ha desaparecido de los radares. Si ahora nadie se preocupa por el desempleo es porque las noticias son sobre todo buenas a este respecto en Europa.

“La recuperación después de la crisis sanitaria ha tomado una forma de ‘V’ y los principales indicadores del mercado de trabajo están en sus cotas más altas desde el principio del siglo, pone de relieve un informe de Eurofound. Por primera vez en una generación, las carencias de mano de obra más que el desempleo  ̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶ ̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶es decir, la oferta de trabajo más que la demanda del mismo ̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶̶  son la preocupación política más urgente”.

En realidad, el desempleo no afecta más que al 6,7 % de la población activa dentro de la eurozona, su nivel más bajo desde hace treinta años. La cota máxima registrada en 2020, aquellos momentos en que las economías estaban confinadas, es ahora una historia pasada. “La crisis del covid ha sido una recesión extremadamente rápida. Las inmediatas bajadas de la actividad durante los confinamientos han ido seguidas de enormes recuperaciones”, explica el investigador alemán Enzo Weber del Institut IAB. Por fin, los efectos de la gran crisis financiera de 2008 se han evaporado, al menos como media a escala de la eurozona. Empero, esto no es del todo cierto para los países del sur del continente, que han sufrido en toda su intensidad esta conmoción económica y la subsiguiente crisis de deuda pública.

Pero en la mayor parte de los Estados, la bajada es significativa. Y muy especialmente entre los malos alumnos de la clase europea: así es el caso en Grecia (-5,2 puntos) y en España (-1,6 puntos) donde la tasa ha experimentado la caída más espectacular entre finales de 2019 y finales de 2022. En Italia las perspectivas son igualmente alentadoras: “La demanda de trabajo se ha situado por encima de los niveles registrados antes de la pandemia, con cerca de 500 000 puestos por cubrir en las empresas a enero de 2023, una cifra que sobrepasa en un 14 % a la de 2019”, según confirma Cristina Tajani presidenta y directora general de Anpal servizi spa, la Agencia nacional italiana para las políticas activas del mercado de trabajo.

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En un sentido más amplio, el desempleo es más débil hoy en día que antes de la pandemia en 19 países de los 27 que conforman la Unión Europea. Y en otros 8 países, la situación en el mercado de trabajo se ha mantenido prácticamente estable. Solo se ha degradado significativamente en Estonia, Letonia, Finlandia y Croacia.

En cuanto al pleno empleo se puede decir que ya es una realidad para 10 Estados miembro, que registran una tasa de desempleo inferior al 5 %, umbral generalmente admitido por los economistas para la concesión de este santo grial: es el caso de Austria, Dinamarca, Irlanda, Alemania, Países Bajos, Eslovenia o incluso Polonia. Pero reducir el pleno empleo a la existencia de una baja tasa de desempleo es simplista, explica el economista francés Eric Heyer: “Para que esta bajada del desempleo sea realmente virtuosa es necesario que vaya acompañada de un aumento de la tasa de empleo. De no ser este el caso, sería como decir que un cierto número de personas, desanimadas, han abandonado el mercado de trabajo y con ello han hecho bajar la tasa de desempleo”. Pero la condición de virtuosa parece que realmente se cumple en estos momentos en Europa: la bajada del desempleo se ve muy bien acompañada por un alza de la tasa de empleo.

El número de empleos está alcanzando unas cifras récord a escala de la Unión Europea: a finales de 2022 era superior en 3,7 millones al nivel registrado a finales de 2019, justamente antes de la crisis del covid. La tasa de empleo, es decir la proporción de personas ocupadas, está igualmente batiendo récords, a pesar de una ligera inflexión en el tercer trimestre de 2022: 69,5 % en septiembre de 2022 dentro de la eurozona, es decir 1,8 puntos más que hace tres años, antes de la irrupción del coronavirus. 


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“Se puede decir que nos aproximamos al pleno empleo”, comenta la economista francesa Florence Pisani, directora de investigación económica en Candriam. “Si examinamos la tasa de empleo de la franja de edad de 25-54 años, es decir el meollo de la población en edad de trabajar, es muy alta en Alemania (86 %), pero también es verdad en el resto de la eurozona donde está a su más alto nivel (81,2 %), superior al de 2007 antes de la gran crisis financiera. En cuanto a la tasa de empleo de las personas con edades de 54-65 años es claramente inferior, pero ha estado creciendo continuamente y alcanzó el 62,9 % en la eurozona y el 73,8 % en Alemania. El mercado de trabajo está tenso”.

En resumen, todos los indicadores están en verde, incluido el desempleo de larga duración o incluso el subempleo, todos ellos orientados a la baja. ¿Qué es lo que explica semejante alineación de planetas?

El primer elemento a tener en cuenta: la demografía. En 2021 la población con edades de 15 a 64 años había disminuido un 0,6 % en la eurozona y un 0,7 % en la Unión Europea. El fenómeno es particularmente notable en Italia y Eslovenia (-1,9 %), pero también en Polonia (-1,2 %) o incluso en Alemania (-0,5 %) mientras que Francia tampoco se libra (-0,3 %).

“En la década de 1980 la población en edad de trabajar crecía con bastante fuerza, 0,7 puntos por año”, explica Eric Heyer. “Para hacer bajar la tasa de desempleo era necesario crear otros tantos empleos para compensar. Con una población que se reduce o que se estanca hay menos necesidad de crear puestos de trabajo para hacer que baje el desempleo.” A este fenómeno se añade una bajada tendencial de las mejoras de la productividad. Dicho de otra forma, la cantidad de trabajo necesaria para la producción de un bien o de un servicio disminuye con menor lentitud que antes.

Lo que facilita las creaciones de empleos: si desea aumentar su producción un empleador no podrá apoyarse únicamente en la acrecentada eficacia de sus asalariados, sino que deberá aumentar su personal por medio de nuevas contrataciones. Mientras que una parte del crecimiento se absorbía hasta ahora mediante las crecientes mejoras de la productividad, esta dinámica se ha estancado y de ahora en adelante se necesitará menos crecimiento para empezar a crear empleos.

En realidad, el buen comportamiento del mercado de trabajo contrasta fuertemente con el de la actividad económica, que se sigue manteniendo renqueante en la eurozona. Su PIB ha aumentado solamente un 0,1 % en el último trimestre de 2022, después de un pequeño 0,3 % en el trimestre anterior. Y la mayor parte de los analistas cuenta con un retroceso del crecimiento de la eurozona a principios de 2023.

“Cuando la productividad no se contenta con ralentizarse, sino que baja, el efecto es todavía más fuerte. Esto es lo que ha permitido crear muchos empleos en estos últimos tiempos”, detalla Eric heyer. Una constante compartida por el economista Patrick Artus: “El retroceso de la productividad del trabajo tiene la ventaja de llevar a las empresas a crear muchos empleos para compensarlo. Esto es tanto más positivo porque es la tasa de desempleo de las personas menos cualificadas la que más está cayendo y la tasa de empleo de las personas menos cualificadas la que más aumenta cuando las creaciones de empleos son numerosas”, detalla Artus en una nota de investigación.

En la eurozona la tasa de desempleo de las personas no tituladas es siempre dos veces más alta que la media (11,7 % en el tercer trimestre de 2022), pero ha disminuido acusadamente desde la finalización de la pandemia (-3,1 puntos desde principios de 2021).

Eric Heyer advierte: “Pero esto no puede ser duradero. No se puede seguir mucho tiempo con ganancias de productividad negativas, habrá que retornar a ganancias positivas, acaso más débiles que las de antes de la crisis, pero habrá de todos modos un aumento del nivel de la productividad”. Esta es, muy en especial, la razón por la que el OFCE (Observatorio francés para las coyunturas económicas) prevé un retorno de la elevación del desempleo en 2023 en casi todos los países europeos.

A pesar de todo, este súbito deterioro de la productividad sigue siendo un misterio para la mayor parte de los economistas. A falta de suficiente perspectiva es difícil verlo con claridad, más aun cuando existen muchos sesgos estadísticos. Por ejemplo, el trabajo no declarado ha descendido después de la crisis del covid. Para cobrar las ayudas excepcionales vinculadas con la pandemia los empleadores se han visto incitados a declarar a sus asalariados. Signo de que la productividad estaba mal medida antes del covid y no necesariamente de que haya disminuido.

Lo mismo sucede con los trabajadores desplazados, cuyo número ha disminuido notablemente: cuando un polaco iba a trabajar como desplazado a Francia, producía en Francia pero su empleo no quedaba declarado en ese país. Hoy en día el trabajador francés que lo ha sustituido no es menos productivo que el polaco, pero su empleo sí que queda contabilizado en Francia. Y esto es lo que sesga las comparaciones con el periodo anterior a la crisis. 

También hay que tener en cuenta la supervivencia de las “empresas zombis” durante la pandemia, es decir aquellos negocios que tendrían que haber bajado la persiana pero que sobrevivieron artificialmente, en especial gracias a las subvenciones, un fenómeno que se observa en todos los países desarrollados, como lo ha demostrado el Banco de Pagos Internacionales (BPI).

“Con el reembolso de los préstamos garantizados por los Estados o el cese de las ayudas, lo que debía haber sucedido en 2021 o 2022 sucederá en 2023: progresivamente se debería ver un aumento del número de quiebras empresariales”, considera Eric Heyer.

Además, las empresas zombis no son las únicas que retienen mano de obra. También hay empresas firmemente asentadas que prefieren conservar a sus asalariados aun cuando no tengan nada que hacerles hacer de manera inmediata. ¿Por qué? Porque las carteras de pedidos están a reventar en todos los países europeos. Antes de la crisis, los industriales calculaban que sus carteras les aseguraban una media de tres meses de producción, mientras que hoy en día ese cálculo llega ya a más de los seis meses. Pero las empresas no están produciendo todo lo que podrían debido a problemas de aprovisionamiento.

Otro freno a la productividad: las tasas de absentismo. “Han aumentado fuertemente con la crisis sanitaria, lo que es normal, pero con la difusión de las vacunas se esperaba que volvieran a su nivel anterior a la crisis. Pero no ha sido este el caso”, juzga Eric Heyer. Frente a estas repetidas ausencias, las empresas han creado una pequeña reserva de sustitutos y no utilizan al máximo su mano de obra.

También hay una enormidad de dimisiones, que pueden adoptar diferentes formas. Por una parte está la “gran dimisión” a la anglosajona, es decir en el Reino Unido y en los Estados Unidos, donde se abandona la empresa para dejar de trabajar. 

Y por la otra está la “gran rotación” en la que los asalariados dimiten igualmente, pero para encontrar un empleo en otra parte. Esta tasa de dimisiones tan elevada se centra en las personas de nueva incorporación al trabajo: las que acaban de ser contratadas pero toman la puerta y se van algunos meses más tarde. Los empleadores apenas si tienen tiempo para completar la formación de esas personas recién incorporadas cuando ya les están pidiendo la baja para irse a otro sitio.

“Pero esas tasas de rotación tan altas no van a durar”, comenta Eric Heyer. “Como muchos de los factores que explican la pérdida de productividad, lo que vemos actualmente no es estructural. No pienso que el nivel de creación de empleo se vaya a mantener alto en los próximos años”.

Un argumento con el que Florence Pisane no está completamente de acuerdo. “Se observa un empeoramiento de la productividad en todos los países de la eurozona desde 2016, bastante antes de la crisis sanitaria. Este es un problema más bien estructural”, juzga Florence. “En realidad, hay grandes desigualdades entre empresas en materia de productividad. Un reciente estudio de McKinsey relativo a Estados Unidos demuestra que esto es, en parte, un problema geográfico: las empresas productivas se agrupan unas con otras en núcleos con todas las infraestructuras necesarias, profundizando así las desigualdades entre regiones.” 

Florence Pisani prevé una futura ralentización de las creaciones de empleos en la eurozona, que se acentuará por la política monetaria bastante restrictiva del BCE. Sin embargo, el desempleo no crecerá necesariamente, debido al descenso en Europa de la población en edad de trabajar, descenso que se va a acentuar. 

Valga Italia como ejemplo: en 2030 la población en edad de trabajar habrá perdido 1,98 millones de personas, según el Istat. “Grandes incertidumbres macroeconómicas perduran, comunes a todos los países europeos, tales como la inflación, la evolución del coste de las materias primas, el PIB nacional y mundial”, explica Cristina Tajani. “Pero en Italia el mayor problema sigue siendo el declive demográfico que, por primera vez desde que la curva de tasa de natalidad comenzó a bajar, repercute directamente en el mercado de trabajo”.

La península italiana está lejos de ser el único país afectado. En Alemania, el número de personas disponibles en el mercado de trabajo disminuirá en más de siete millones de aquí a 2035, según los cálculos del instituto alemán IAB. En Francia, según las últimas proyecciones del Insee, el alza de la población activa se va a ralentizar durante los dos próximos decenios, antes de disminuir claramente a partir de 2040. “De todos modos se acabará por llegar al pleno empleo, dentro de algunos años, pero por razones demográficas”, confirma Eric Heyer.

👉 El artículo original en Alternatives Economiques
EDJNet ES
En colaboración con European Data Journalism Network.

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