Estación de compresión del gasoducto que une Yamal (Rusia) a Europa en Nesvizh (Bielorrusia) (AFP)

El influyente lobby de Gazprom

Son jefes de gobierno, actuales o antiguos, comisarios europeos, presidentes ejecutivos de los grupos energéticos nacionales. Todos ellos mantienen relaciones privilegiadas con el gigante energético ruso, cuyos intereses y proyectos defienden en Bruselas en detrimento de las iniciativas europeas.

Publicado en 12 noviembre 2009 a las 16:20
Estación de compresión del gasoducto que une Yamal (Rusia) a Europa en Nesvizh (Bielorrusia) (AFP)

En Bruselas, les llaman los “gazpromianos”. Son un grupo de personas que, por diversas razones, velan por los intereses de la monopolista empresa rusa de gas Gazprom ante la Unión Europea. Este eminente lobby está formado por dirigentes europeos (antiguos, como el ex-canciller alemán Gerhard Schröder y otros actuales, como el primer ministro italiano Silvio Berlusconi) que gobiernan países de la UE unidos por importantes contratos a Gazprom. A ellos se suman algunos peces gordos de la UE, como el comisario de Energía Andris Piebalgs y los influyentes jefes de las grandes sociedades energéticas nacionales italianas, alemanas, holandesas o francesas. Todos ellos tienen ya jugosos negocios con los rusos, o esperan hacerlo.

La influencia de los “gazpromianos” en la política europea se extiende incluso a dominios que aparentemente no tienen nada que ver con el gas. Es el caso del paquete climático elaborado por Bruselas. Este ambicioso conjunto de propuestas destinadas a hacer de Europa un líder mundial en la protección del medioambiente y en la reducción de las emisiones de CO2, resulta un verdadero regalo para los “gazpromianos”. Entre el abanico de tecnologías susceptibles de reemplazar la energía que se obtiene del carbón, la solución del gas natural parece a día de hoy la menos cara y la más fácil de utilizar.

Polonia entre la espada y la pared

Por lo tanto, no es sorprendente que países como Polonia, que negocian al mismo tiempo las condiciones del paquete climático europeo y los contratos a largo plazo con el gas ruso, se encuentren ante un serio problema. No pueden anticipar su demanda de gas para los próximos años antes de que la UE determine la puesta en práctica de sus planes de reducción de emisiones de CO2. Situados entre la espada y la pared, intentan salir del paso entre la presión de la Unión —que apela a una restructuración de su obsoleto sistema energético— y la insistencia de Gazprom, cuyo combustible emite alrededor de un 40% menos de CO2 que el carbón y para el cual no existe alternativa a corto plazo. También se podrían considerar ambiciosos los proyectos de diversificación del suministro de gas a Europa que asegurarían a los países de la Unión (incluida Polonia) el acceso a las fuentes de suministro en Noruega, Asia central o Qatar.

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Pero esta misma Europa, que está preparada para luchar contra el efecto invernadero en detrimento de los países más pobres de la UE, no tiene demasiada prisa por diversificar sus fuentes de abastecimiento de gas. El proyecto insignia de diversificación de la UE, el gasoducto Nabucco (que debe unir el Caspio con el Mediterráneo sin atravesar Rusia) tiene cada vez menos posibilidades de éxito frente a su competidor, el proyecto ruso del gasoducto South Stream. En nuestra parte de Europa, los “gazpromianos” proponen nuevas definiciones de la diversificación. Para Andris Piebalgs, un medio de diversificar el mercado gasista europeo es el proyecto ruso-alemán del gasoducto Nord Stream, cuyo objetivo principal es, en realidad, aumentar la dependencia energética de Europa con respecto a Rusia.

El Tratado de Lisboa favorece a los "gazpromianos"

Por supuesto, el comisario letón tiene sus razones para promover el Nord Stream, que en cambio suscita la oposición de los estonios y los polacos. Letonia es el país donde Gazprom desea construir, en plena crisis económica y con una inversión de más de mil millones de euros, las plantas de almacenamiento del gas proveniente del Nord Stream. El proyecto ha recibido recientemente el apoyo de los daneses, que no sólo han retirado sus objeciones de carácter medioambiental contra el gaseoducto, sino que también han pedido dos mil millones de metros cúbicos de gas ruso suministrados a través del Nord Stream. Los finlandeses, que al principio se oponían al proyecto, en la actualidad hablan de manera muy positiva al respecto. Hay que decir que el Kremlin les ha empujado a aprobar el proyecto aplicando una barrera aduanera a la importación de la madera finlandesa.

Las disposiciones del Tratado de Lisboa también favorecen a los “gazpromianos”. La ratificación del tratado supuso a su vez el cambio en los estatutos del Banco Europeo de Inversiones (BEI), socio necesario para la construcción del Nord Stream a ojos de Gazprom y que últimamente sufre una falta de liquidez crónica. Antes de la entrada en vigor del tratado, el BEI necesitaba el consentimiento de todos los miembros de la UE para financiar esta inversión. A partir de ahora basta sólo con el consentimiento de dieciocho países que posean el 68% del capital suscrito en el BEI para tomar la decisión. Actualmente, los países implicados directamente en el Nord Stream, a saber Alemania, Francia, Italia, los Países Bajos y Dinamarca, cuentan con un 55% del capital y el 13% restante no debería de ser algo difícil de encontrar para los “gazpromianos”.

UE-RUSIA

En las redes de Gazprom

Pasará todavía mucho tiempo antes de que la Unión Europea adopte una política común en materia de seguridad energética, apunta el semanario de Varsovia Wprost con resignación. Rusia, que aplica con astucia el principio de “divide y vencerás”, obstaculiza cualquier perspectiva y está consiguiendo que Europa dependa cada vez más de sus fuentes energéticas; el contrato de suministro de gas a largo plazo suscrito con Polonia es el último ejemplo manifiesto de esta filosofía. Según expertos rusos, la operación no entraña ninguna ventaja para Varsovia y puede abocar a la quiebra a PGNiG, el potentado polaco del gas. Como, a menudo, las conversaciones con la rusa Gazprom parecen negociaciones a punta de pistola, muchos países se han decantado por una opción más segura: en lugar de depender de los rusos, es mejor constituir una sociedad con ellos para que otros dependan de ella, observa el semanario. Los países escandinavos, tras prestar recientemente su consentimiento a la construcción del gaseoducto Nord Stream, han llevado a la práctica este enfoque, que, además, puede observarse en el cada vez menos probable proyecto europeo-estadounidense Nabucco.

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