Datos Migración y asilo

En los campos de refugiados nada es más permanente que lo temporal

En teoría, la integración satisfactoria de los refugiados y migrantes en la sociedad huésped es uno de los pilares de la estrategia migratoria europea. En la práctica, sus condiciones de vida actuales demuestran que aún queda mucho para cumplir el objetivo.

Publicado en 19 mayo 2021 a las 22:50

Parwana Amiri, una chica afgana de 17 años, va a clase por primera vez desde que huyó de su país natal a mediados de abril. La última vez que estuvo en el colegio fue hace dos años; mucho tiempo para alguien de su edad, pero no lo suficiente como para haber olvidado todo lo que tuvo que pasar. En su página de Facebook escribió: «(Recuerdo) mi último día de clase en Afganistán. Ni siquiera pude despedirme de mis compañeros. Tuvimos que cruzar el desierto y viajar por mar. La última vez que vi un centro educativo fue en Turquía, pero nunca entré».

Parwana es una de los miles niñas y niños que se han visto privados de educación en Europa por vivir en un campo de refugiados. No es casualidad: seis años después del aumento de refugiados en Europa, los campos dificultan su integración social, en lugar de facilitarla. «No deberían verse penalizados, sobre todo los niños, porque han huido de una guerra», relató un portavoz de Médicos Sin Fronteras al MIIR pocos días después de los devastadores incendios en el campamento de Moria, sucedidos en septiembre del año pasado. Los hallazgos del Defensor del Pueblo, publicados en marzo, confirman las grandes carencias de la integración educativa de los niños y niñas que viven en Centros de Recepción e Identificación en Grecia. La gestión y organización de los campamentos, así como la manera en que se les aparta de la sociedad son los principales responsables.

La monotonía en los campos

«Los chicos y chicas recurren al alcohol para ahogar sus penas. Muchos son ahora alcohólicos. Todos y cada uno de los días son iguales en el campamento», cuenta Parwana al MIIR cuando se le pregunta por su vida en el campo de refugiados de Ritsona. Así y todo, parece que la vida en su campamento es más llevadera que en otras instalaciones de alojamiento. Uno de ellos es el campo de Kara Tepe en Lesbos, construido rápidamente en septiembre para sustituir el de Moria.

Moria era el campamento más grande de Europa, que alojaba a miles de personas y era mundialmente conocido por sus condiciones de vida miserables. En principio estaba pensado para alojar a 3000 personas, aunque llegó a albergar a 20.000. En los días previos al incendio asolador, un total de 13.000 personas vivían cerca de los olivares situados alrededor de la zona principal del campo, zona que los residentes denominaban «la jungla».  Tras la catástrofe, un médico de Médicos Sin Fronteras compartió su experiencia con el MIIR: «Muchos niños se plantearon suicidarse para poner fin a su sufrimiento. En todos mis años de profesión, jamás había presenciado una situación así».

Nuevos campos, mismos problemas

El nuevo campamento en Kara Tepe, pese a las pocas mejoras realizadas en los últimos meses, parece seguir los mismos pasos que el de Moria. Por esta razón lo llaman el «Moria 2.0». El 21 de febrero, una mujer embarazada prendió fuego a su tienda en un intento de quemarse viva. De acuerdo con el análisis realizado por ACNUR, el acto se produjo fruto de la desolación, tras haber recibido la noticia de que su solicitud de traslado a otro campo había sido denegada. Un mes antes, los informes sobre contaminación por plomo en el lugar fueron fuente de nuevas protestas contra el gobierno por parte de organizaciones presentes en el lugar. Solo se ofrecieron soluciones temporales. 

El dicho griego «no hay nada más permanente que lo temporal» se puede aplicar perfectamente para describir cómo se afrontan los problemas de los refugiados en Grecia. 

En Europa, los campamentos no empezaron a surgir en la crisis migratoria del 2015-2016. Campos como el de Lampedusa en Italia (donde todavía hay un punto crítico operativo), la «jungla» de Calais o el de Grande-Synthe en Dunkerque (actualmente en desuso) ya eran conocidos por sus condiciones pésimas y entorno peligroso. La inacción de las autoridades competentes, así como la mala organización de la población refugiada y migrante son una triste realidad.

Mediante la elaboración de un mapa de los campos que existen actualmente en Europa y el análisis de los datos sobre su capacidad de alojamiento en comparación con la ocupación real, la duración de su estancia y sus condiciones de vida podemos evaluar si las políticas europeas se han aplicado o la manera en que se han utilizado los recursos. 

Resultados

Datos relevantes como los procedimientos de asilo, los flujos migratorios, las llegadas o las nacionalidades pueden extraerse de los informes mensuales elaborados por organizaciones internacionales como ACNUR o la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). No obstante, en Europa esta información no es tan fácil de encontrar. El MIIR se puso en contacto con el gabinete de prensa de la Comisión Europea responsable de la política de la UE en materia de migración (la DG Home, es decir, la Dirección General de Migración y Asuntos de Interior) para solicitar una lista de los campos situados en la Unión Europea, especialmente aquellos que están financiados o cofinanciados por la UE. Nos informaron de que no disponían de los datos solicitados y nos instaron a contactar con los ministerios correspondientes de cada Estado miembro. 

En Grecia, el Ministerio de Migración y Asilo solo comparte información general, limitándose a publicar los nombres y la localización de los campos situados en el país. Sin embargo, conseguimos obtener datos sobre los campamentos y centros de internamiento gestionados por ONG. Finalmente, a través de la información recogida en las diferentes fuentes pudimos unir las diferentes piezas del puzle.

Los datos sobre el número y la localización de los campamentos de refugiados en Grecia, Chipre e Italia nos han ayudado a trazar un mapa completo de los campos en Europa. 

Campamentos griegos

Según la información más reciente del Ministerio griego de Inmigración y Asilo, Grecia cuenta con 32 centros de acogida a refugiados y 6 Centros de Recepción e Identificación operativos. 

Los datos obtenidos por el MIIR indican que, en febrero de 2021, un total de 13.590 personas se alojaban en los centros de acogida del país, cinco de los cuales están ubicados en las Islas Egeas del este. No obstante, el número de refugiados y migrantes que viven en las islas griegas es mucho mayor, pues varios cientos de personas viven en otro tipo de instalaciones que no están gestionadas directamente por el ministerio, como el campo de refugiados de Kara Tepe en Lesbos.

La evacuación del campamento de Kara Tepe comenzó el sábado 24 de abril. De los 600 residentes que pertenecían a grupos vulnerables, 54 fueron trasladados al campamento vecino. Su traslado fue una señal de la intención de las autoridades griegas de crear una única estructura de gran tamaño en la isla de Lesbos. A finales de marzo en Mitilene, la comisaria europea de asuntos de interior, Ilva Johansson, anunció la asignación de 276 millones de euros para la creación de nuevos campamentos para migrantes en las islas. Las ONG consideraron la evacuación como un paso atrás debido a las condiciones deplorables del campamento. «Es cruel y absurdo. En lugar de trasladar a la gente a entornos más seguros, Europa y Grecia están haciendo todo lo contrario», denunció Médicos Sin Fronteras en una publicación reciente en Twitter. 

Actualmente se estima que alrededor de 14.100 refugiados y solicitantes de asilo siguen en las islas. El 74% vive en Centros de Recepción e Identificación (ACNUR, 18 de abril de 2021). Este dato indica un descenso del 26 % desde diciembre de 2020, una cifra acorde con los incesantes anuncios del gobierno para descongestionar las islas. Según un informe de ACNUR, aquel mes hubo 19.100 personas en las islas, mientras que en el continente había 100.600 refugiados y migrantes, es decir, una población total de 119.700 personas.

Dado que la responsabilidad de gestionar la crisis de refugiados no está distribuida equitativamente entre los Estados miembros desde la puesta en marcha del acuerdo entre la UE y Turquía en marzo de 2016, el número de refugiados en Grecia ha ido aumentando desde 2017. De acuerdo con las fuentes del MIIR, el número de adultos a principios de febrero alojados en los seis Centros de Recepción e Identificación asciende a 7.215 hombres, 2.986 mujeres y 2 adultos cuyo género no fue declarado. La ocupación infantil total asciende a 1.556 niñas, 1823 niños y 8 cuyo género no fue declarado. 

Además de los campos que están bajo supervisión directa del Ministerio de Inmigración, las ONG también proporcionan alojamiento (más de 160 centros, según los datos recibidos por el MIIR). Algunos solicitantes de asilo se alojan en apartamentos gestionados por el programa ESTIA. El presupuesto del programa para todo el periodo de 2021 es de más de 91 millones de euros, y está íntegramente financiado por el Fondo de Asilo, Migración e Integración. Finalmente, una parte de la población migrante está detenida en centros de internamiento previos a la expulsión (PROKEKA), que fueron construidos para evaluar a las personas que van a ser deportadas. Nuestros datos indican que el número de detenidos en los ocho PROKEKA en Grecia es de 2.252 desde el 11 de febrero de 2021.  

Chipre e Italia 

Chipre cuenta con dos centros de acogida para solicitantes de asilo o personas que requieren protección internacional:  el Centro de Recepción de Kofinou, creado en 2004 para dar alojamiento a 400 personas y el centro de acogida temporal de Kokkinotrimithia

En Italia, el Ministerio del Interior notifica la existencia de cuatro puntos críticos (Lampedusa, Pozzallo, Messina y Taranto) que hacen las veces de centros de registro e identificación. Las principales áreas para alojar a un gran número de refugiados son los nueve Centri di Prima Accoglienza (CPA), situados en Bari, Brindisi, Isla de Capo Rizzuto, Gradisca d’Isonzo, Udine, Manfredonia, Caltanissetta, Messina y Treviso. También hay centros de acogida temporal (CAS) gestionados por la administración regional.

En junio de 2020 había 5.000 estructuras de este tipo con una capacidad total para 80.000 personas. Finalmente, las personas cuya solicitud de protección internacional es denegada y por lo tanto deben ser repatriados son enviados a centros residenciales llamados Centri di Permanenza per Rimpatrio (CPR) En julio de 2020, Italia contaba con nueve centros de este tipo.

En el mismo año, ACNUR anunció que más de 95.000 personas entraron en el sur de Europa por vía terrestre o marítima. Se denunció la muerte o desaparición de al menos 1.646 personas. La afluencia de entrada a Grecia por vía marítima fue de 9.700 personas, un dato mucho menor que el flujo de entrada en España, que fue de casi 41.900. 

NOTA: Las entrevistas a las que me refiero me han sido concedidas personalmente y poseo las grabaciones. También hago referencia a información sin publicar que he obtenido a través de una fuente del MIIR (v. la ocupación de los centros de detención).

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