La vegetación que crece alrededor de la acequia es densa y la luz prácticamente no traspasa los juncos y hojas sobre nosotros. A tan solo unos metros, sin el abrigo de los arbustos, la temperatura es de 40 °C, con lo que estar al sol es complicado. Las paredes rocosas del cañón (desde donde mana el río Aguas) no dejan de mostrar patrones de brillante yeso, el mineral blanco que abundaba en esta área kárstica y en su red de cuevas y canales subterráneos. A varios kilómetros del desierto de Tabernas, situado en Almería, el río Aguas crea un oasis único plagado de especies autóctonas, como la tortuga mora y el galápago leproso.
El término acequia procede del árabe al-sāqiyah, que significa canal de irrigación. En español se sigue utilizando para referirse a canales de agua al aire libre que distribuyen el agua de manantial para uso doméstico o agrario. La situada en Los Molinos del Río Aguas es la única fuente de agua para los pocos habitantes que viven en este pequeño pueblo. Santos, el acequiero de la comunidad, se encarga de mantener y despejar el curso del agua. El pueblo tiene aún unas veinte casas habitadas, en su mayoría por personas que decidieron vivir “apartadas”, es decir, que producen su propia energía mediante paneles solares y gestionan su única fuente de agua, el río, sin depender del municipio.
Cuando llegamos al final de la acequia, Santos me muestra una pequeña puerta tallada en la roca: es el lugar donde emerge el agua. Se cree que esta cueva artificial es incluso más antigua que el sistema de acequias creado por los ingenieros de Al-Ándalus, y podría remontar a la época de los romanos. A pesar de que se ha solicitado al gobierno regional varias veces la identificación de la época exacta de la cueva, aún no se ha realizado ningún estudio. No obstante, lo que sí está claro es que los romanos ocuparon esta zona de la Península Ibérica hace unos 2200 años, y que la región era mucho más próspera en ese momento que cuando los árabes llegaron siglos después.
El caudal de agua no es nada del otro mundo, pero se trata de uno de los pocos ríos perennes de la zona, la región más árida del continente europeo. El caudal permanente asegura la existencia de este oasis europeo, con sus sauces, álamos blancos y adelfas. Sin embargo, tanto los investigadores como los activistas medioambientales advierten que el río podría desaparecer pronto y privar de un agua esencial a Los Molinos y a otros pueblos situados a lo largo de su curso hacia el Mar Mediterráneo. Parece que los olivares cercanos, cada vez más extensos, repercuten directamente en el acuífero subterráneo, es decir, el lugar donde nace el río Aguas. En el año 2000, los registros del volumen de agua que fluía del manantial eran de 40 litros por segundo. Para 2020 había descendido 7,28 litros. Esta caída coincide con una expansión significativa de los olivares situados en los alrededores.

En los 70, al límite del desierto de Tabernas había 400 hectáreas de olivares. Actualmente hay unas 4400, y 1550 corresponden con una producción superintensiva. Es de sobra conocido que el olivo es un árbol mediterráneo que necesita poca agua, y en circunstancias normales no necesitaría ningún tipo de irrigación. Así y todo, los avances en la industria agraria han permitido encontrar nuevas maneras de aumentar la producción. Y como dice la paradoja de Jevons: "Cuando las mejoras tecnológicas aumentan la eficiencia con la que se utiliza un recurso, es más probable que el consumo de dicho recurso aumente, a que disminuya".
En esta zona se solían plantar de 65 a 100 árboles por hectárea. Posteriormente se pasó a 210 para aumentar la producción, y en las plantaciones superintensivas se llega a los 1500 árboles por hectárea. La calidad del aceite de oliva es peor que la del producto tradicional, antaño comercializado como el "oro del desierto". Además, el espacio reducido entre los árboles impide la sostenibilidad del olivar, ya que su rendimiento desciende cuando crecen, a los 10-15 años. Por otro lado, la producción de la aceituna depende de la extracción exhaustiva de agua del acuífero.
Un estudio publicado por la revista científica Land estima que se necesitan entre 14 y 20 hm3 (millones de metros cúbicos) anuales para que este tipo de producción sea posible. El acuífero, sin embargo, solo puede reponer 5 hm3 al año. El gobierno regional ha reconocido el déficit entre el agua extraída y el índice de reaprovisionamiento natural, que actualmente se sitúa en un 3,3. El objetivo para 2027 es de 0,7, por lo que la sobreexplotación actual de la cuenca asciende a un 230%.
Manolo Pérez Sola, activista medioambiental y miembro de la plataforma ecológica Acuíferos Vivos, afirma que el acuífero de Sorbas/Los Molinos es uno de los más sobreexplotados de España: "Están extrayendo más del doble de agua necesaria para recargar el acuífero. Varios expertos calculan que, si sigue así, podría desaparecer en diez años."
En 2016, otros dos miembros de la plataforma Acuíferos Vivos (Grupo Ecologista Mediterráneo y Ecologistas en Acción) denunciaron a una de las empresas involucradas en el cultivo intensivo de aceituna, Castillo de Tabernas, por haber extraído 464 millones de metros cúbicos de agua subterránea sin permiso. Al final, la empresa fue condenada a pagar una multa de 450 000 €.
Las precipitaciones en esta región son muy escasas (250 mm anuales), y la mayoría se concentran en dos o tres lluvias abundantes durante el año. El suelo árido de Tabernas no puede absorber la mayor parte del agua, que acaba fluyendo en ríos torrenciales hasta el mar, a veces provocando inundaciones. Este clima, aunque extremo, es un ejemplo de lo que podría ocurrir en otras regiones áridas y semiáridas del sur de Europa debido al cambio climático, pues se prevé una menor cantidad de lluvias anuales pero más torrenciales.
Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
El evento >