Desde el siglo XIX, el Primero de Mayo ha marcado el Día del Trabajo, un día destinado tradicionalmente a las reivindicaciones sociales. 2023 no fue una excepción, y cada país llevó consigo su componente de singularidad: las agresiones contra las mujeres, el aumento de la desigualdad, la inflación, la crisis energética, la amenaza del cambio climático.
En Francia, la población salió a la calle en masa, impulsada por una reforma de pensiones incendiaria. En el Reino Unido, el personal médico, al borde del desmayo, salió a las calles de Londres para exigir mejores condiciones laborales. Si bien nos encontramos lejos de una convergencia de luchas, cabe destacar que, en el Viejo Continente, el hartazgo es en cierta medida unificador.