Es la primera exposición que se organiza en Alemania sobre Hitler y ha provocado un gran revuelo. Desde el 15 de octubre en el Museo de Historia Alemana de Berlín, “Hitler y los alemanes” presenta varios centenares de objetos, fotografías y documentos para intentar explicar la relación entre el dictador nazi y su pueblo.
“¿Es sobre nosotros o es sobre él?”, se pregunta el Tagesspiegel. “El que se espere análisis psicológicos, enfoques biográficos, un modelo de explicación”, o el retrato de un “monstruo criminal, un mito, un icono pop o un fantasma, quedará decepcionado”, opina el diario. Porque lo que se encuentra el visitante es un “buen libro de historia del nacional socialismo”, una manera de “evitar a toda costa la obsesión diabolizante de la posguerra”.
Una exposición que pone el acento en la manipulación
Para Süddeutsche Zeitung, el nazismo plantea una única pregunta: “¿Cómo ha podido ocurrir?”. El objetivo de la exposición “es no ocultar los crímenes detrás de la relación entre Hitler y los alemanes”. Una intención que se transmite desde la entrada a la exposición con la colocación de tres retratos de Hitler tras los cuales hay colgadas imágenes de crímenes y de destrucción.
Pero “el mayor problema de la exposición”, opina el diario, es que la relación entre Hitler y los alemanes parece estar dominada por “el carisma y la propaganda”, y que se dejan olvidadas “las ventajas prácticas” del nazismo para sus adeptos. “El Tercer Reich era una gran máquina para las carreras en todos los ámbitos”, recuerda SZ. La exposición muestra cómo la propaganda se apoyaba en los juguetes para niños o en los juegos para adultos, pero hace demasiado hincapié en la manipulación de las mentes.
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No obstante, Die Welt señalaque “la colección de bustos kitsch, la correspondencia de elogios y de declaración de amor de niños y de adultos” tiene como objetivo subrayar “la nostalgia de un personaje redentor, profundamente anclado [en su época] en la sociedad alemana”. El diario también opina que “Hitler y los alemanes” “desarma el mito del ‘carisma’ del Führer” y reduce al personaje a lo que era: “no un genio demoniaco, sino un impostor mediocre impregnado de kitsch”.
Hitler como icono
Eso no impide que Hitler “siga siendo el alemán más conocido, aunque fuese austriaco”, certifica el Tagespiegel. “Nos guste o no, Hitler sigue siendo nuestra marca nacional más importante”, añade Die Welt, señalando que la prensa internacional se ha abalanzado sobre la exposición incluso antes de que comenzase “de una forma impensable para cualquier otro tema histórico”.
El diario se explica este interés por “la naturaleza de las cosas, ya que nunca habrá una respuesta unívoca y definitiva a la pregunta de cómo un país tan civilizado como Alemania pudo dejar que se erigiese un régimen tan monstruoso y cómo éste pudo contar hasta su fin con un gran apoyo en el seno del pueblo alemán”.
Pero al salir de la exposición, espera Die Welt, los visitantes tanto alemanes como extranjeros puede que se vean incitados a “tener menos respeto y miedo a los dictadores actuales y futuros”, y a distinguir “tras la máscara de grandes líderes, existencias infames y malogradas”.
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