En el Kremlin, que no esconde su preferencia por una Unión Europea a medias tintas, el culebrón del tira y afloja sobre el respeto del Estado de derecho, que coloca a la UE de un lado y a Hungría y Polonia del otro, es visto como una telenovela que saca a la luz las debilidades de la democracia liberal.
El último episodio es el bloqueo causado por el veto de Budapest y Varsóvia a la aprobación del presupuesto plurianual europeo y del plan de recuperación poscovid en medio de un nuevo periodo de confinamiento para la mayoría de los europeos. Esto solo puede ser reconfortante para el líder autoritario ruso Vladímir Putin.
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