Impuestos que se esfuman

Lituania sufre duramente las consecuencias de la crisis, pero hay un sector muy boyante en el país: el mercado negro. Un periodista, armado de su calculadora, lo ha querido experimentar en primera persona.

Publicado en 29 septiembre 2010 a las 14:48

Comprar diésel a los conductores bielorrusos que paran en las áreas de descanso de los alrededores de Vilnius resulta fácil. Pero mi coche es de gasolina. Decido pues buscar vendedores de gasolina por Internet.

Tres cuartas partes de los vendedores proponen diésel. No es difícil comprender por qué: el diésel llega en grandes cantidades transportada en los depósitos de camiones. La gasolina, en cambio, es transportada en bidones ocultos en los coches o en los minibuses. En varios de los números de teléfono indicados me dicen de entrada que en este momento no hay stock de gasolina. Pero finalmente consigo entenderme con un vendedor y acordamos una cita.

“¿Sabes dónde tengo el garaje?” Su pregunta da a entender que la mayoría de los compradores de esta gasolina importada de forma fraudulenta son fieles y leales.

Los compradores ocasionales, como yo, son más bien raros. Los vendedores evitan tener tratos con ellos ya que temen que se trate de un policía o de un inspector fiscal de incógnito.

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Menos recaudación para el Estado

Un Volkswagen azul me espera junto al garaje. En el interior, un perro con cara de malas pulgas está sentado al lado del conductor. ¿Tal vez está allí por si huele la emboscada? “¿Cuánto le pongo?” Para una primera vez, 40 litros bastarán. ¿De dónde viene esta gasolina? ¿Es de calidad? ¿Es posible que esté mezclada con gasolina 92? Bombardeo al joven con preguntas. “Ningún cliente se ha quejado jamás. Mis vendedores son fieles. Es gasolina bielorrusa, de la 95. Tú mismo verás que no está mezclada”, me explica en tono tranquilo.

Esperaba encontrarme una pequeña estación de servicio ilegal detrás de las puertas de su garaje con garrafas llenas de gasolina hasta el techo. Sin embargo, el lugar estaba prácticamente vacío: unos pocos bidones de gasolina, una bomba eléctrica y un tubo. El vendedor me explica que no almacena nunca grandes cantidades. Si le sorprendieran los inspectores, podría decir que son para uso personal.

¿Cuánto le debo? Me pide 3,40 litas [1 euro] por litro. Aquel día, en las estaciones de servicio de Vilnius, el litro de gasolina 95 se paga a 4,11 litas… En el surtidor, esos 40 litros me habrían costado 28,4 litas más. Si fuera a llenar el depósito cada semana a aquel garaje, me ahorraría 114 litas al mes. Al final del año, tendría 1.370 litas más en mi monedero.

¿Qué perjuicio causa mi transacción al Estado? Por cada litro de gasolina vendido de forma legal, el Estado percibe alrededor de 2,2 litas. Al llenar el depósito con gasolina de contrabando, escamoteo 88 litas a las arcas del Estado. Si consumiera este carburante durante todo el año, mi actitud haría perder 4.500 litas al Estado.

Y el diésel, ¿qué me costaría? Un litro de diésel ilegalmente importada cuesta 2,40 litas; en el surtidor, se paga a 3,56 litas. Supongamos que un conductor consume 700 litros de diésel por año. El IVA y las tasas [impuesto indirecto sobre el consumo] representan el 44% del precio de un litro de diésel, de modo que las pérdidas para el Estado ascenderían a 1.100 litas. Más o menos el coste anual de la formación de un alumno.

El contrabando de tabaco es aún más intenso

En Lituania, el mercado del contrabando de cigarrillos es aún más importante que el de la gasolina. Pero los vendedores de cigarrillos son aún más prudentes que los “gasolineros” que trabajan desde su propio garaje. Por último, me informan de que puedo conseguirlos en uno de los inmuebles del barrio Naujamiescio de Vilnius.

La venta tiene lugar directamente a través de una de las ventanas de la planta baja de uno de los edificios de cuatro pisos de la calle Algirdo. Si se acercan individuos sospechosos, los niños del barrio advierten inmediatamente a los vendedores. “Hay que dar unos golpes al cristal”, me susurra un comprador. Sin una palabra, pasa 3,30 litas al vendedor que ha sacado la cabeza por la ventana y recibe a cambio un paquete de Saint George. La ventana se cierra inmediatamente.

En la tienda, el mismo paquete cuesta 6,40 litas. Las tasas y el IVA constituyen el 85% del precio de los paquetes más baratos. En este caso, el presupuesto del Estado lituano ha perdido 5,44 litas. Según los datos de una encuesta realizada por JTI Marketing and Sale, mayorista de tabaco, el 62% de los fumadores compran en el mercado negro. Eso supondría que el Estado pierde anualmente 550 millones de litas.

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