Reportaje Invasión de Ucrania | Refugiados en Grecia
Atenas, 27 de marzo de 2022. En la Plaza de María, cientos de personas acudieron a escuchar un concierto solidario por Ucrania retransmitido simultáneamente en diferentes capitales. | Photo : Maxime Gyselinck

Los ucranianos llegan a Grecia en familia

Desde el inicio de la invasión rusa, numerosos ucranianos se están dirigiendo a Grecia, un refugio tradicional debido a los lazos históricos entre los dos países y a la presencia de una importante diáspora. Reportaje desde Atenas.

Publicado en 7 abril 2022 a las 11:00
Atenas, 27 de marzo de 2022. En la Plaza de María, cientos de personas acudieron a escuchar un concierto solidario por Ucrania retransmitido simultáneamente en diferentes capitales. | Photo : Maxime Gyselinck

El domingo 27 de marzo, a las 21 h en la plaza del Ayuntamiento de Atenas, la muchedumbre congregada ante una pantalla gigante exclama a coro: "¡Viva Ucrania! ¡Viva Ucrania!" Suena el himno nacional, las banderas amarillas y azules ondean… Es el final del concierto que reunió a artistas internacionales y que fue retransmitido simultáneamente en diferentes capitales del mundo. "Reunirse es importante. Hemos visto que no estamos solos", destaca Nadya Kolesnykova, una ucraniana de 44 años. Sin embargo, la soledad se adueña de ella con frecuencia últimamente. Está en Grecia desde el 18 de febrero.

"Vine a pasar las vacaciones". Su viaje de disfrute se ha transformado en un exilio de duración indeterminada. "Solo una semana después de mi llegada, Putin invadió Ucrania. Ya no quedaban vuelos para volver antes de la fecha prevista, así que me he quedado bloqueada aquí". Su móvil es lo único que la une en todo momento con su país y su familia. Sus padres y su hermano están atrapados en Zaporizhia, al este del país y bajo el control del ejército ruso. "Conviven con el ruido de las sirenas y la amenaza de ataques", suspira. Con todo, espera poder volver a casa pronto, y sobre todo, "que el conflicto termine antes de que la visa caduque, el 20 de mayo".

Atenas, 27 de marzo de 2022. Refugiados ucranianos asisten a la repetición de un concierto en solidaridad con su país en la Plaza de María.| Foto : Maxime Gyselinck

Según las autoridades griegas, de los 4 millones de refugiados, 15 000 ya han encontrado refugio en este país de 10,8 millones de habitantes. "Los autobuses procedentes de Ucrania vienen llenos", confirma Panayiotis Paparoidamis, director de la agencia de transporte Esperia Travel, especializada en trayectos en autobús entre Grecia y los países del este. Inmediatamente después, añade: "Vienen a reencontrarse con conocidos aquí". De hecho, en la plaza Metaxourgeio, donde se sitúa la estación de autobuses, estos exiliados del este no llegan a tierras desconocidas. Tanto de día como de noche, parientes y amigos que viven en Grecia los esperan en la acera.

"He venido a buscar a mi mejor amiga", cuenta Larissa Karpeliouk, una ucraniana de 32 años. Sigue contando su historia: "Estoy en Grecia desde hace tres semanas. Cuando estalló la guerra, primero fui con mi hijo a Rumanía; después, a Grecia. Mi marido, sin embargo, tuvo que quedarse en el país. Forma parte de las Fuerzas de Defensa Territorial…" La pausa en su voz delata sus emociones. Su mente divaga hacia su país natal y su marido. "Consigo hablar con él cuando no está de turno", cuenta. Luego, retoma su historia: "Mi amiga viene a reunirse con nosotros. A partir de ahora estará a salvo, y nos podremos ayudar mutuamente". Sonríe y añade: "Mi madre se casó con un griego y vive aquí desde hace 22 años".

Atenas, marzo de 2022. En el complejo del Estadio de la Paz y la Amistad, los voluntarios ucranianos han instalado un centro de asistencia. | Foto : Maxime Gyselinck

La amiga se baja del bus. Se funden en un abrazo y, después, desaparecen. Se dirigen al extrarradio de Atenas, donde unos amigos de la madre de Larissa las están acogiendo. Unos momentos después, es el turno de Michael Selivanov, de 33 años, de acudir al autobús. A su lado está su esposa. Cuando ella ve a su madre y a su hermana, las abraza hasta que una lágrima le resbala por la mejilla. "Llegamos aquí el 24 de febrero. Vinimos a visitar a mi madre, que vive aquí desde hace 20 años. Cuando las tropas rusas iniciaron el avance, tuve la necesidad de llevar a mi familia a un lugar seguro", explica el ingeniero informático 


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Desde que empezó el conflicto, la diáspora ucraniana en Grecia se ha organizado. Uno de los dos principales clubes de fútbol de la capital, el Olympiakos, ha cedido las instalaciones situadas en un complejo deportivo. Unos voluntarios ucranianos han abierto allí un centro de asistencia telefónica y de recogida de ropa, medicamentos y otros artículos de primera necesidad. En la Iglesia ortodoxa, la misa de los domingos, que reúne a decenas de fieles, es la ocasión de recaudar dinero y productos de primera necesidad. "Ucranianos y griegos hacen donaciones a diario. Las enviamos a Ucrania", explica el padre Roman, de 31 años, que acaba de celebrar la misa. "Durante el sermón, he recordado que estábamos recaudando comida, ropa, dinero para el ejército… y he instado a acoger a los nuestros". Este pequeño trozo de Europa, situado entre Oriente y Occidente se ha convertido en una tierra de acogida donde las redes familiares y amistosas están en su máximo esplendor. 

Anatoliy Kuchirko, abogado ucraniano en Grecia, es bien consciente de ello: él y su madre dirigen el "VAS Center", una asociación ucraniana de cooperación. "Hoy por hoy, unos 30 000 ucranianos viven oficialmente aquí", destaca. Estos llegaron a Grecia durante las olas de inmigración previas, bien porque huían de la inestabilidad política de los años 90 o en 2014, o porque buscaban una situación económica mejor. De hecho, en Grecia, muchas de las mujeres que acompañan a ancianos a domicilio son originarias de Ucrania o Georgia. "Muchas personas van a hacer venir a sus allegados. Esto no es más que la primera ola", estima el abogado. "Algunos están ahora en Polonia o Rumanía. Pero vendrán a Grecia, donde tienen familia o amigos". 

Atenas, 27 de marzo de 2022. Misa dominical en la iglesia ortodoxa de la Santísima Trinidad | Foto : Maxime Gyselinck

En realidad, los lazos entre Grecia y Ucrania son habituales y antiguos. Yuriy Vishnevskyy, muy implicado en la diáspora, enfatiza que "en 2014, cuando la guerra estalló al este de Ucrania, se trató a heridos ucranianos en un hospital de Atenas, en el marco de un programa de la OTAN. Lo conozco bien, yo trabajé como intérprete". "Hay una cercanía entre los dos países", precisa a su vez Halina Masliuk-Kakkou, quien creó el primer periódico para la comunidad ucraniana en Grecia.

Esta ucraniana, que vive en el país desde hace 30 años, conoció a su marido, griego, cuando estudiaba en Lviv. "Los dos pueblos se parecen: cuentan con una tradición de trabajo en común en países extranjeros donde las dos diásporas están presentes. Los dos pueblos son muy creyentes, ortodoxos. También les unen lazos históricos. La revolución de 1821, que liberó a Grecia del Imperio otomano, empezó de hecho en la ciudad ucraniana de Odesa", recuerda. Y puntualiza: "Algunos ucranianos tienen incluso raíces griegas".  

Efectivamente, una minoría griega vive desde hace siglos en el territorio de la actual Ucrania. "Durante la época bizantina, hace 1300 años, el príncipe Vladimir de Kiev se casó con una princesa de la aristocracia bizantina y se bautizó en la Iglesia cristiana ortodoxa", cuenta Yuriy Vishnevskyy. En el siglo XVIII, el Imperio zarista reconquistó el perímetro del mar Negro, que llevaba bajo del dominio otomano más de tres siglos; la emperatriz Catalina II otorgó unas tierras a los griegos procedentes de Crimea para cristianizar la región. Por ello, existe una importante minoría griega en Mariúpol y en Odesa. Según las autoridades griegas, más de 100 000 griegos viven en Ucrania.

Irina Bortnik. | Foto : Maxime Gyselinck

"Toda mi familia es de Mariúpol", cuenta Irina Bortnik, de 40 años. "Los primeros miembros de la familia se instalaron allí en 1786". Desde entonces, todos los descendientes han vivido ahí, excepto ella. En 2009, Irina se mudó a Grecia con su marido y fundó una empresa especializada en la venta y alquiler de veleros. "Soy de origen griego, pero no tengo la nacionalidad. Mis padres hablan un antiguo dialecto griego. Mi marido es el primer ucraniano no griego de la familia", sonríe. Pero tras la sonrisa, se atisba la preocupación: "El primo de mi madre, su hija de 45 años y su nieto de 4 siguen atrapados en la ciudad. No sabemos nada de ellos desde el 3 de marzo".

A su lado, su hermana Jane rompe a llorar. Su marido está en Ucrania. Hace dos semanas, Jane llegó con su madre y sus dos hijos a Atenas, a casa de su hermana. "No pensábamos que tendríamos que emigrar", cuenta. Jane es consciente de sus orígenes griegos, pero no pretende pedir la nacionalidad, aunque el derecho de sangre prevalece y podría obtenerla. Irina Bortnik lo está considerando: "Mi madre tiene el pasaporte rosa que reconoce su nacionalidad griega. Yo lo estoy pensando para que mis hijos también puedan obtenerla". Después de todo, la guerra ha reactivado los lazos personales entre los griegos y los ucranianos a diferentes niveles. 

En colaboración con Evens Foundation


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