De esta última crisis del euro, la culpa no es de los chipriotas, es de Angela Merkel y de su Gobierno, y no perdáis tiempo buscando explicaciones. La culpa no es de un sector bancario hipertrofiado que llegó a poseer 128.000 millones en activos en un país con un PIB de 17.000 millones, es de Merkel.
La culpa no es de unos bancos que aceptaron sin mirar 21.000 millones de oligarcas rusos y otro tanto de millonarios árabes (de difícil justificación) sin hacer preguntas, como advirtió el servicio secreto alemán en noviembre. Ellos practican International Personal Banking y «optimización fiscal» y Merkel, en cambio, es de moral protestante.
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Desde Alemania
Expropiar no es sino justicia
El 19 de marzo, en la prensa alemana, destaca el Süddeutsche Zeitung, que se distingue por un artículo de opinión a favor de la expropiación. “Quien se beneficia debe pagar” titula el diario de centro izquierda:
Sí, un Gobierno tiene derecho [a expropiar a los ciudadanos] — y en el caso de Chipre, es hasta justo, al menos en lo que respecta al principio. [...] El modelo económico que vincula el dumping fiscal con un débil control financiero y lanza ofertas para seducir a millonarios extranjeros es impensable en Berlín o París, pero sí en Nicosia. [...] Por eso el ahorro está en peligro allí y no aquí.
El diario de Múnich considera, sin embargo, que resulta crucial proteger a los “pequeños ahorradores inocentes”. Reprocha al presidente Anastasiades que haya instigado a la opinión pública en contra de los socios europeos al pretender que la implicación de los pequeños ahorradores era inevitable con el objetivo, según el SZ, de enmascarar que no pretende abandonar el modelo económico de la isla.