La parálisis

Publicado en 15 julio 2011 a las 14:52

El viernes 15 de julio, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE debían asistir a una reunión de urgencia para debatir las respuestas a la crisis de la eurozona. Tal era el deseo del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, que desde su nombramiento intenta imponerse como el animador de este prestigioso areópago. Pero los dirigentes europeos, con Angela Merkel a la cabeza, han declinado la invitación, con lo que demuestran su incapacidad para reaccionar ante lo que cada vez más parece un acontecimiento potencialmente mortal para la Unión Europea tal y como la conocemos.

El panorama es de sobra conocido: Grecia se acerca a la quiebra a pesar de las medidas de austeridad y del dinero de la UE y del FMI; las deudas portuguesase irlandesasya cuentan con la calificación de "basura" por parte de las agencias de calificación e Italia se ve obligada a adoptar un plan de ahorro de 40.000 millones, casi con un cuchillo al cuello. Ante esta situación, los Diecisiete de la Eurozona, el Banco Central Europeo y la Comisión discuten sobre la estrategia que debe adoptarse. "Al carecer de una dirección política, discuten sobre las condiciones de la participación del sector bancario en el nuevo plan de ayuda a Grecia. Pero, señores ministros, se están ocupando de curar un catarro, cuando lo que amenaza es un cáncer ", se lamentaba Le Monde al día siguiente de la última reunión infructuosa de los ministros de Finanzas.

Sin embargo, nuestros dirigentes se enfrentan a circunstancias atenuantes que al mismo tiempo constituyen otros motivos por los que preocuparse más. La primera, como explica Die Zeit, es que deben elegir, por un lado, entre la presión política interior para dejar de financiar los planes de rescate claramente ineficaces y cuyo peso recae en las poblaciones sin molestar a los bancos y, por otra, entre un sector financiero que impone su ritmo y debilita a los Estados, pero que mantiene un argumento de peso: su dinero es indispensable para financiar los préstamos estatales.

La segunda circunstancia procede de otro lado del Atlántico. El 14 de julio, la agencia Standard & Poor's amenazó con rebajar la nota de Estados unidos. En Washington, Barack Obama hasta ahora no ha logrado convencer a los republicanos para que le ayuden a establecer un presupuesto. Por lo tanto, la crisis financiera que sacude a Europa amenaza con debilitar también a Estados Unidos, lo que agravaría aún más la situación en nuestro continente. Parece que los responsables estadounidenses, al igual que los europeos, no están a la altura de la tarea.

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Sin embargo, los dirigentes europeos, indecisos, incompetentes o sencillamente paralizados por lo que está en juego y la sensación de no dominar más el destino de sus países, deben dar muestras de determinación. Pero a ver quién es el listo que puede decir cuál es la dirección que hay que seguir.

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