¿Acaso Dios nos está castigando? Los padecimientos de los irlandeses están adoptando proporciones bíblicas, casi comparables a las diez plagas que azotaron a los egipcios por negarse a liberar a los judíos de la cautividad y la esclavitud. La tormenta financiera ha echado por tierra nuestros medios de vida. Estamos apestados por la gripe A. Como si de un tormento provocado por una plaga de ranas se tratara, transcurridos más de diez días desde el partido aún nos duele pensar que los franceses disputarán el Mundial de fútbol gracias a la descarada mano de Thierry Henry. Y, por supuesto, esta semana nuestro propio Nilo —el Shannon— se ha desbordado, provocando inundaciones y llevando la miseria a todo el país.
¿Qué será lo siguiente? Dios sometió a los egipcios a tres días de oscuridad. Tal y como van las relaciones sectoriales en este país, es sólo cuestión de tiempo que los trabajadores de ESB (el Consejo de Electricidad irlandés) sientan la necesidad de solidarizarse con las injusticias que sus hermanos padecen en el servicio público y castigarnos con lo mismo. Después de esto, es como si nos empezaran a salir pústulas. Budget Travel (una agencia de viajes irlandesa) ha quebrado esta semana, dejando a 747 clientes en el extranjero. ¿De verdad piensa que esa cifra y el número de Boeing son mera coincidencia? Es una señal. Ahora que nuestro método tradicional para achicharrarnos —irnos a España medio mes y tumbarnos al sol diez horas al día embadurnados en aceite de girasol— se complica, podemos esperar intensas olas de calor por aquello de compensar las gravísimas inundaciones.
Lo que hemos de preguntarnos es lo siguiente: ¿qué hemos hecho para merecer esto? ¿Es por algo que hemos dicho? ¿Nos están castigando? El encanto de vivir en un país cimentado sobre la culpa católica es que no nos faltarán respuestas a esa pregunta. ¿Qué nos pasa? Más vale que demos pronto con la clave… no vamos a poder aguantar esta situación mucho más tiempo.