A diferencia del resto del país, la ciudad búlgara de Sandanski (al sur) ya ha entrado en la zona euro. Su vecina, Petric, va por el mismo camino. Los motivos son la crisis económica que sacude a Grecia y el reciente aumento de los precios de los productos de consumo corriente. Durante los últimos días, estas dos ciudades fronterizas fueron literalmente invadidas por nuestros vecinos del sur que vienen aquí a hacer sus compras, a frecuentar cafés y restaurantes, a atender su salud… Como para ilustrar el refrán según el cual mal de muchos, consuelo de unos pocos, los comerciantes búlgaros se frotan las manos. “No es cuestión de alegrarnos con las desgracias económicas de nuestros vecinos, señala un responsable local, pero sin ellos estamos acabados. Como consecuencia del último aumento de los precios en Grecia, nuestras dos ciudades se están transformando en una suerte de Klondike [región canadiense que sufrió una gran afluencia durante la búsqueda de oro a finales del siglo XIX] del pobre.”
La gasolina a mitad de precio
No faltan testimonios sobre estos “invasores” equipados con carritos de supermercado. Los comerciantes locales señalan que los griegos pagan directamente en euros y se llevan cantidades industriales. “No compran una loncha de feta, como nuestros compatriotas; ellos compran varios kilos. Ya compran hasta la fruta en nuestro país, a causa del alza en los precios”, cuenta un almacenero de Sandanski. Hay otra gente que cree que nuestros vecinos del sur no son necesariamente clientes fáciles. “Regatean sistemáticamente, aunque sea para ahorrarse un euro. Pero, después de todo, más vale tener clientes así que no tener ninguno”, señala otro comerciante. Los griegos compran, sobre todo, comida, ropa y calzado, porque en estos productos la diferencia de precios es sensiblemente mayor.
Los muebles y artículos para la casa son también muy codiciados. Technomarket, el flamante gran centro comercial ubicado en la E79 en dirección a la frontera está siempre lleno y allí se habla esencialmente la lengua de Aristóteles. También se observa una afluencia masiva de griegos a las estaciones de servicio de la zona. Llegan desde localidades vecinas, Nea Vrasna, Neo Petritsi y Sidirokastro para llenar el depósito, pero también para llenar bidones, porque la gasolina está un 50% más barata. “Frente a la crisis, nos organizamos. A veces, mandamos a una sola persona a repostar y a llenar tantos bidones como pueda para luego repartir entre amigos y vecinos”, confiesa Yorgos Ephtimios, un granjero del pequeño pueblo griego de Vironia.
Los dentistas trabajan mucho durante el fin de semana
Él mismo acude una vez por semana a Sandanski para buscar buenos precios: queso, leña, muebles… Lleva unas zapatillas deportivas que se compró en Bulgaria: “¡A cinco euros el par!” El agricultor se compró tres pares. Algunos de sus compatriotas, principalmente jubilados, ya dieron el paso: se instalaron en Petric y allí alquilaron un pequeño apartamento o una casa. Hacen las veces de consejeros de sus conciudadanos o hacen de guía. “Reciben grupos enteros y les enseñan la región”, relata Nikola Chopov, un habitante de Petric. “Les muestran las mejores oportunidades, las tiendas y restaurantes que hacen descuentos a los griegos. A cambio de esto, reciben una módica comisión.”
Tras las compras, el dentista: muchos griegos aprovechan sus paseos del otro lado de la frontera para ir al dentista, colocarse un puente o una prótesis. Prueba de ello es que los dentistas locales ya trabajan durante los fines de semana, cuando hay más griegos que vienen de juerga. El estomatólogo Nikola Stoilov colocó una nueva placa a la entrada de su consultorio en Petric. Los horarios también están traducidos al idioma de nuestros vecinos. “Sí, tengo muchos pacientes griegos, confirma. Pero no es gente pudiente, conocen muy bien los precios locales y pagan la misma tarifa que los búlgaros. Excepto que ellos son mucho más numerosos que los compatriotas que vienen a sentarse en mi sala de espera.” Las ciudades de Sandanski y Petric están preparadas: que entren los griegos. ¡Καλός ήλθατε! ¡Bienvenidos!
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