En un artículo de El Correo, el periodista Miguel Artaza invita al lectora replantear su idea de lo que el teatro debe ser y narra la experiencia inédita en la que ocho gitanas de un poblado chabolista sevillano se han subido a las tablas para presentar “una versión heterodoxa, radical y profundamente lorquiana” del drama de mujeres “La Casa de Bernarda Alba”. Gracias a un taller del TNT Centro Internacional de Investigación Teatral, ocho mujeres del poblado de El Vacie (Sevilla) han entrado en contacto por primera vez en sus vidas con la obra de Federico García Lorca. Como señala Pepa Gamboa, directora escénica de la obra, “si echamos un vistazo a las vidas de estas mujeres, vemos que el paralelismo con las hijas de Bernarda, sometidas a un encierro claustrofóbico, agobiante, atroz, es más que evidente”. La casa de la Bernarda es “un mundo cerrado, excluyente y machista” bien parecido al entorno marginal en el que sobreviven estas artistas primerizas. Sin embargo, “gracias a esta función, las circunstancias de estas mujeres han cambiado”, señala Artaza. En el Festival de Aviñón se discute si el teatro puede ser una herramienta para combatir la exclusión. Este debate ha copado parte de los encuentros europeos del Festival de Aviñón este año.
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