El mes de julio de 2022 va camino de batir récords en cuanto a temperaturas e incendios en Europa: la parte occidental del continente es presa de una ola de calor que ha azotado a Portugal, España y Francia y afecta de manera inédita a Irlanda y Reino Unido, con temperaturas que pueden llegar a los 40 °C a la sombra. Esta segunda ola de calor tras la precoz que se registró en junio, podría ser peor que la de 2003, que provocó más de 70 000 muertes en Europa. Debido a la sequedad y al calor extremo, una serie de violentos incendios forestales han arrasado varias regiones de la Península Ibérica, Grecia y Francia.
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En un estudio publicado en la revista científica Nature, Europa aparece como un “punto sensible” a las olas de calor, cuya frecuencia e intensidad en los últimos 42 años han sido “de 3 a 4 veces superiores” con respecto a las regiones con latitud y altitud comparables.
Esto se debe a fenómenos naturales como las variaciones de las corrientes atmosféricas y oceánicas y a intercambios entre la tierra, el mar y la atmósfera, así como la temperatura del mar, pero también se debe al calentamiento climático generado por las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano. Dicho calentamiento “aumenta la intensidad y la frecuencia de las olas de calor y puede afectar a los factores de variabilidad natural”.
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