The Evening Standard, The Independent y France Soir, tres diarios recientemente adquiridos por magnates moscovitas.

Oligarca ruso compra periódico

Serguéi Pugachev toma las riendas de France-Soir, Alexandre Lebedev compra The Independent y The Evening Standard. ¿Qué lleva a los multimillonarios moscovitas a interesarse tanto por la prensa europea de capa caída?, se pregunta Libération.

Publicado en 8 abril 2010 a las 15:11
The Evening Standard, The Independent y France Soir, tres diarios recientemente adquiridos por magnates moscovitas.

El magnate ruso Alexander Lebedev acaba de comprar por el precio simbólico de una libra esterlina el prestigioso The Independentbritánico, un periódico de centro izquierda de calidad ahogado por las deudas. Se trata del tercer diario europeo adquirido por adinerados ciudadanos rusos en menos de dos años. El año pasado, Lebedev ya se había hecho con el popular diario londinense The Evening Standard, mientras que en Francia, France-Soir pasaba a manos de otro oligarca, Sergei Pugachev. Pugachev puso a su hijo Alexander al frente del diario francés y Lebedev hizo lo propio con su hijo Evgueni en el Evening Standard, en Gran Bretaña. La política comercial de ambos periódicos hace pensar que en realidad no es cuestión de dinero, sino más bien de un juguete para niños de buena familia. France-Soir vale desde marzo 50 céntimos y The Evening Standard, por su parte, pasó a ser gratuito el pasado mes de octubre.

Agentes de influencia del Kremlin

¿Por qué dos hombres de negocios rusos que se han hecho ricos en los sectores bancario e industrial compran periódicos europeos en decadencia, especialmente en el caso de France-Soir, un diario moribundo que en otro tiempo gozó de prestigio? La pregunta sigue levantando sospechas. En las sociedades racionales en las que vivimos, preferimos respuestas racionales. Por lo tanto, atribuiremos a estas personas el papel de posibles agentes de influencia del Kremlin. Existen varios elementos que podrían sostener esta tesis: a Pugachev padre le encanta presentarse como amigo de Vladímir Putin. En cuanto a Alexander Lebedev, cometió un terrible pecado de juventud: fue militar en el KGB, organismo del que salió el propio Putin.

Pero, ¿es comprar un periódico un medio para ejercer influencia en una sociedad abierta donde lo escrito se muere? Podemos ponerlo en duda. “El objetivo no es hablar de Rusia”, juraba el joven Alexander Pougachev, convertido en francés para la causa, citado aquí por Le Nouvel Observateur en el momento en que anunciaba el nuevo lanzamiento de France-Soir. Por su parte, el Evening Standard cubre pocas noticias internacionales. “En el caso de The Independent, no tengo ninguna razón para pensar que Alexander Lebedev hablará de Rusia. Aunque está claro que a Rusia le encanta todo aquello que le permita mejorar su imagen en el extranjero”, asegura el profesor George Brock, jefe del departamento de periodismo de la City University de Londres. Es cierto que, desde hace varios años, Moscú ha hecho un gran esfuerzo comunicativo de cara al exterior: la agencia oficial Ria Novosti llegó a inaugurar en 2005 una cadena de información continua, Russia Today, que difunde en inglés, árabe y español noticias más bien halagadoras para las autoridades rusas.

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Periódicos en lugar de títulos nobiliarios

En Rusia —donde los oligarcas se han peleado durante mucho tiempo por los medios (principalmente audiovisuales) antes de ser excluidos a principios de la presente década por un Putin elegido presidente y decidido a jugar a director de orquesta— los analistas dudan que las recientes adquisiciones tengan un trasfondo político. Al igual que los personajes de Balzac imitaban a la aristocracia, los oligarcas aspiran a conseguir entrar en la buena sociedad, occidental, por supuesto, la única que cuenta. “Es su campaña de comunicación personal para introducirse en la élite: ponen a sus hijos al mando de estos periódicos para ennoblecerlos. Estos últimos dejan de ser rusos y se convierten en europeos”, subraya el analista Stanislav Belkovski, que en otro tiempo mantuvo buenas relaciones con el Kremlin y escribió en 2003 un controvertido informe sobre “Los oligarcas y el Estado”. Prueba de ello es que han preparado a sus hijos para que ocupen una buena posición en Europa enviándoles desde su más tierna infancia a colegios y universidades de los antiguos imperios francés y británico. En cuanto a la compra de The Independent por parte de Lebedev, George Brock se pregunta: “Quizá se trata de una cuestión de prestigio. Ser propietario de un periódico implica recibir invitaciones para todo tipo de fiestas”. De esta forma, estos hijos de oligarcas han pasado a formar parte del mundillo de los famosos.

Dos banqueros en busca de un imperio

En esta constelación, Serguéi Pugachev y Alexander Lebedev parecen ser polos opuestos. Desconocido hasta 2002, el banquero Pugachev, originario de San Petersburgo, al igual que Putin y Medvédev, pasa por oligarca devoto. A sus 47 años, el hombre que ha extendido su imperio a casi todos los sectores, entre ellos la construcción naval, cultivó durante mucho tiempo su parecido con el zar Alejandro III: larga barba ortodoxa y cabellera despoblada. Religioso, pero no un santo, escondería un “pasado delictivo”, asegura la periodista Ioulia Latinina, que recuerda una condena en los años 80.

Banquero y empresario (especialmente en el campo de la aviación), Alexander Lebedev es, por su parte, un hombre de aire moderno, vinculado a Mijaíl Gorbachov, el destructor de la Unión Soviética. Propietario de Novaïa Gazeta, el periódico de Anna Politkovskaïa, la valiente reportera asesinada, ha llegado a ofrecer una recompensa a cambio de información que pueda conducir hasta su asesino.

Pero sería abusivo comparar al oligarca malo, que no habla con la prensa (Alexander Pugachev también se ha negado a responder a las preguntas de Libération) y que no pierde ni una oportunidad de demandar al diario por difamación, y al oligarca bueno, modelo de evolución de miembro del KGB a liberal convencido y apreciado por los periodistas extranjeros debido a su accesibilidad. “Todos los oligarcas han prosperado en un terreno en el que se han beneficiado del dinero del Estado y de la corrupción de los funcionarios”, recuerda Belkovski. “Sencillamente, Lebedev es más simpático y está mejor educado”. “En cuanto a Pugachev, poco querido por sus iguales, no estaría tan próximo al Kremlin como le gusta decir”, apunta Ioulia Latinina. Entonces, ¿qué pasa con estos periódicos? ¿Son medios para volver a estar en el candelero? A menos que se trate de blanqueo de capitales o de ganar notoriedad para obtener los mejores contratos. O, por qué no, prestar servicio a las élites de los países anfitriones.

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