Josephine Moulds de The Bureau of Investigative Journalism, Julia Evans de Daily Maverick y Ed Stoddard han contribuido a esta investigación, coordinada por Voxeurop y con el apoyo de Bertha Challenge fellowship.
“En nuestra sociedad cargada de cinismo, a menudo las empresas mineras acumulan beneficios sin informar a sus accionistas acerca de las repercusiones medioambientales y sociales que sufren las poblaciones pobres y desfavorecidas de los alrededores”. Con este menosprecio arremetía Mariette Lifferink en un escrito a Chuka Umunna, responsable mundial de soluciones sostenibles en J.P. Morgan, el mayor gestor de activos del mundo, para transmitirle su indignación por las actuaciones de la empresa.
La presidenta de la Federación sudafricana de ONG por la sostenibilidad medioambiental advertía al antiguo diputado laborista británico (hoy apreciado banquero ético) que los fondos de inversión supuestamente verdes de J.P. Morgan, cuyo supuesto objetivo sería garantizar la salubridad del agua y el respeto de los derechos humanos, financian en realidad la contaminación del agua de su provincia natal, Mpumalanga.
En esta región situada al este de Johannesburgo, los habitantes llevan décadas sedientos y enfermos debido a la contaminación causada por la explotación del carbón de Glencore, la mayor multinacional minera del mundo, ubicada en Suiza y cotizada en las bolsas de Londres y Johannesburgo. J.P. Morgan mantiene una relación de confianza con Glencore: además de ser accionista de la empresa suiza, el banco estadounidense ha organizado todas sus emisiones de bonos y ha recomendado a inversores la compra de sus acciones en varias ocasiones.
Hijo de un exempresario nigeriano, Chuka Umunna ayuda a los clientes internacionales del gigante de Wall Street a mejorar sus rendimientos en materia de desarrollo sostenible. Es posible que Umunna, quien dice preocuparse por el medioambiente, haya perdido o descuidado la queja de Mariette Lifferink, ya que esta nunca recibió una respuesta. Esta posición choca con la imagen que a Umunna le gusta transmitir en sus discursos públicos sobre las empresas sostenibles, y que no parece aplicarse a Sudáfrica.
J.P. Morgan respalda la inversión (no) sostenible de Glencore
Explotando las lagunas del marco jurídico, decenas de gestores de activos han aprovechado la oportunidad de aumentar el rendimiento de sus inversiones verdes mediante la compraventa de las acciones y los bonos del gigante minero suizo. Y con ello han ocultado las nefastas repercusiones del carbón tras unas metodologías de diligencia debida a medida, garantizando así que sus portafolios se ajustasen de manera oficial a las exigencias bastante laxas de la UE.

Desde la entrada en vigor de la legislación europea sobre la financiación verde (el reglamento sobre la divulgación de información relativa a las finanzas sostenibles, conocido por la siglas SFDR),y hasta el segundo trimestre de 2024, el conjunto de gestores de activos invirtió una media de 790 millones de dólares (unos 690 millones de euros) por trimestre en Glencore a través de sus fondos verdes. Estos fondos incluyen 798,5 millones de dólares en productos mal denominados según las nuevas directrices sobre la denominación de los fondos adoptadas en mayo de 2024 por la Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA).
De estos, 71,5 millones se invirtieron a través de productos financieros etiquetados erróneamente como ESG según las nuevas directrices sobre la denominación de los fondos adoptadas en mayo de 2024 por la Autoridad Europea de Valores y Mercados (AEVM). Estas últimas prohíben etiquetar como ESG las inversiones en combustibles fósiles como el carbón (1).
Más del 20 % de las inversiones de Glencore que llevan el sello ASG (de un valor de 57,3 millones de dólares estadounidenses) poseídos por los 10 fondos con mayor exposición (comercializados por varios gestores de activos) están actualmente en manos de J.P. Morgan, cuyas controvertidas inversiones sostenibles en Glencore sobrepasan el marco del mercado bursátil. Estos fondos han subvencionado directamente las actividades de extracción de Glencore en Sudáfrica.
Todos los fondos verdes de J.P. Morgan cuentan con folletos informativos sobre el desarrollo sostenible similares a los exigidos por la UE, basados en un modelo común, pese a que tienen nombres diferentes e invierten en regiones y sectores distintos. Esto permite diversificar la oferta y adaptarla a las necesidades de los inversores por medio de la misma estrategia ASG.
La contaminación del agua de Glencore se burla del derecho público y de la salud
Las inversiones de J.P. Morgan son mucho menos verdes a 9000 km del despacho de Umunna, en el hemisferio sur. El consumo excesivo de agua y la contaminación por la explotación de carbón son algunas de las principales causas de la crisis hídrica crónica que afecta a los más de 4,2 millones de personas que viven alrededor de la cuenca hidrográfica del río Olifants, en la región de Mpumalanga.
En 2019, el bufete de abogados militantes Center of Environmental Rights (CER) incluyó las minas de Tweefontein y de Goedgevonden (también propiedad de Glencore) en su lista negra de minas de carbón sudafricanas que violan la legislación nacional sobre el agua. Aun así, la situación en la mina de Tweefontein apenas ha mejorado y esta ha ignorado las advertencias repetidas de las autoridades nacionales, que le pedían implementar un tratamiento eficaz de las aguas residuales y acabar con la contaminación excesiva que afecta al suministro de agua limpia a las comunidades situadas río abajo.
El gobierno no ha llevado a cabo ninguna medida coercitiva para imponer a Glencore el pleno cumplimiento de la ley. “Nuestras débiles autoridades ceden a las presiones de la industria minera y no tienen el coraje de aplicar nuestras leyes”, declaró Mariette Lifferink a Voxeurop.

La militante sudafricana obtuvo pruebas del comportamiento ilegal repetido de Glencore gracias a varias solicitudes de acceso a la información a la DWS, la agencia gubernamental sudafricana responsable de estas cuestiones. La agencia le proporcionó informes confidenciales (consultados por Voxeurop) que detallan los fraudes que sus inspectores llevan observando desde 2017.
El ecoblanqueo de J.P. Morgan-Glencore debe continuar
A J.P. Morgan no parece interesarle la situación sobre el terreno, pues en lugar de investigar in situ como cualquier otro gestor de activos, prefiere apoyarse en datos recopilados tanto de las empresas en las que invierte como de terceros para cuantificar el impacto (negativo y positivo) de sus inversiones supuestamente verdes.
Debido a una diligencia debida insuficiente (que pasa por alto casos no señalados), hasta ahora, J.P. Morgan ha indicado un impacto positivo para sus fondos verdes, pese a que los inversores han obtenido beneficios de la contaminación hídrica generada por Glencore en Sudáfrica. Y lo que es más, el dinero de los inversores se destinó directamente a estos estragos medioambientales mediante la compra de bonos de la empresa.

Aún así, la política del fondo excluye a las empresas en violación de las normas de la OCDE y la ONU que obligan a evitar la degradación del agua dulce y a reparar los perjuicios generados por los actores locales (2). No obstante, esta exclusión se limita a las empresas incluidas en la pequeña parte de los fondos de J.P. Morgan descritos como completamente “sostenibles”. Según las reglas de la UE, esta parte solo puede incluir actividades que no perjudiquen los objetivos medioambientales clave según el Reglamento sobre la taxonomía, como la protección del agua o la prevención de la contaminación.
Cuando Voxeurop le preguntó, un portavoz de J.P. Morgan se negó a precisar si esta parte incluye a Glencore, que podría incluso estar fuera de estas dos categorías. Estos dos subgrupos de inversiones no superan el 20 % y el 51 % del portafolio del fondo, respectivamente. A pesar de estos umbrales minimalistas, J.P. Morgan capta la atención de los inversores utilizando la seductora expresión “fondos de inversión sostenible” en su sitio web.
“La disparatada consecuencia de las lagunas en la legislación europea es que los gestores de activos pueden, en teoría, invertir la parte no ASG de sus fondos en empresas que no respetan las normas internacionales”, destaca Nicola Koch, responsable de 2° Investing Initiative (2DII), un grupo de reflexión independiente sin ánimo de lucro que trata de alinear los mercados financieros y los reglamentos con los objetivos del Acuerdo de París.
Las tácticas basadas en los datos ASG esconden la realidad sobre el terreno
Enviamos un correo al servicio de relación con los inversores de J.P. Morgan en el que mencionamos las quejas de Mariette Lifferink destinadas al señor Umunna. Preguntamos si los incumplimientos de Glencore en Mpumalanga merecían examinarse con más detenimiento, pues potencialmente podrían estar en conflicto con los objetivos del fondo verde. También preguntamos si esto podría conducir a una reevaluación del rendimiento global de las inversiones en materia de desarrollo sostenible y a una conversación con la empresa minera, o incluso su retirada del portafolio. Hasta la fecha no hemos recibido ninguna explicación.
Somos conscientes de que J.P. Morgan no da prioridad a la contaminación hídrica cuando trabaja con empresas dentro del marco de sus fondos verdes, aunque incluye la cuestión de las emisiones de agua en sus indicadores de impacto. Estos indicadores se establecen en virtud de las normas de la UE para medir los progresos del fondo en sus objetivos. Cabe destacar que para cada indicador, J.P. Morgan calcula la puntuación sumando el impacto de todas las empresas incluidas en todos los fondos gestionados.
Los incidentes relacionados con el agua mencionados en el informe de desarrollo sostenible 2023 de Glencore no hacen referencia a las violaciones repetidas de la mina de Tweefontein, que han provocado un exceso de contaminación. El informe esconde la realidad con estas declaraciones: “exigimos a nuestras operaciones industriales que [...] elaboren estrategias de gestión hídrica para maximizar la utilización eficaz y sostenible de este importante recurso natural [...] y proteger el acceso al agua por parte de otros usuarios”.
Hemos compartido nuestras conclusiones sobre las actividades de Glencore en Sudáfrica con J.P. Morgan y les hemos pedido que nos envíen sus comentarios. “Declinamos comentar más allá de lo que es de dominio público”, declaró el portavoz de la empresa, negándose a responder a nuestras preguntas.
Oficialmente, J.P. Morgan puede alegar que no está al corriente de la realidad sobre el terreno. Sin embargo, tanto el departamento de cumplimiento como Chuka Umunna han sido informados por Mariette Lifferink.
Mira cómo Mariette Liefferink explica las operaciones de Glencore en Mpumalanga durante el directo de Voxeurop sobre las finanzas verdes:
Stefano Valentino está becado por Bertha Challenge Fellow 2024
👉 La Investigación en the Observer, The Bureau of Investigative Journalism y en Daily Maverick
1) Fondos verdes con la marca ESG de J.P. Morgan
Investigación global Índice mejorado de acciones ESG
Investigación en Europa Índice mejorado de acciones ESG
2) Directrices para las empresas multinacionales sobre conducta empresarial responsable
Las empresas también deben evitar y hacer frente a [...] la degradación del agua dulce.
Pacto Mundial de las Naciones Unidas
La clave del enfoque preventivo, desde el punto de vista de las empresas, es la idea de la prevención más que la reparación. En otras palabras, es más conveniente actuar con prontitud para garantizar que no se produzcan daños medioambientales.
Principios rectores de las Naciones Unidas sobre las empresas y los derechos humanos
Los mecanismos de reclamación a nivel operativo [...] suelen estar gestionados por las empresas. [Estos mecanismos permiten abordar las reclamaciones, una vez identificadas, y remediar los impactos negativos de manera oportuna y directa por parte de la empresa, evitando así que los daños se agraven y que las reclamaciones aumenten.
A menudo, las quejas no se enmarcan en términos de derechos humanos [...]. En cualquier caso, cuando los resultados tienen implicaciones para los derechos humanos, es necesario garantizar que sean compatibles con los derechos humanos reconocidos internacionalmente.
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Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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