El recurso al contrato de duración determinada, un fenómeno bien extendido en Europa, se expande a la República Checa, donde su uso era muy limitado, puesto que la ley obligaba a los contratantes a llevar a cabo contratos indefinidos una vez llevados a cabo dos contratos temporales.
Tras la reciente modificación del código laboral, que permite una renovación ilimitada de los contratos temporales, se prevé una explosión de los mismos (344.000 actualmente), con las consecuencias pertinentes para los asalariados, como la negativa de los bancos a conceder préstamos.
Lidové noviny estima que esta medida introduce una nueva brecha en el seno de los trabajadores y defiende una mayor flexibilización para todos los tipos de contrato:
Hay una regla muy simple en Europa: cuanto mayor es la protección de los asalariados, mayor es el paro. […] La rigidez de las leyes laborales es también una de las razones de la recesión profunda de los países del sur. [En Alemania], el socialdemócrata Gerhard Schröder presentó en 2004 una reforma que hizo el despido más barato y accesible. El paro bajó en la mitad y actualmente es el más bajo [de la UE] tras el de Austria. No se encuentra en todas partes esta audacia que tuvo Schróeder. En su lugar, tenemos pseudo-reformas que dividen profundamente a la sociedad entre los que existen y los que no. Los privilegios de aquellos que ya tienen trabajo no son afectados. Al mismo tiempo, los políticos [...] no ofrecen a los que buscan trabajo otra cosa que contratos muy precarios que pueden ser encadenados hasta el infinito. Esto crea una categoría de asalariados de segunda clase. [...]La única opción para resolver estas desigualdades [...]reside en la flexibilización de las leyes laborales y, sobre todo, en la posibilidad de poder despedir sin causa real.