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El domingo 19 de junio, en la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, la coalición de partidos Ensemble ! (centro-derecha), del presidente Emmanuel Macron, logró conservar el primer lugar en la Asamblea Nacional, pero al mismo tiempo se vio significativamente debilitada en el escrutinio. Ha sido una victoria amarga, ya que el bando presidencial «tan solo» obtuvo 245 escaños de 577 – bastantes menos que en 2017, cuando La République en marche, el partido de Macron, obtuvo 308 por su cuenta.
La Nouvelle union populaire écologique et sociale (NUPES, izquierda) ocupó el segundo lugar con 131 escaños. Esta coalición heterogénea entre socialistas, comunistas, ecologistas y miembros de La France Insoumise (LFI, izquierda) hoy estima ser la oposición principal del partido presidencial. No obstante, Rassemblement national (RN, extrema derecha), de Marine Le Pen, disputa este título; su logro histórico le ha dado la oportunidad de pasar de 8 escaños en 2017 a 89 este año, lo que le permite construir su propio grupo parlamentario. Lo que es más, el partido de extrema derecha está reivindicando la presidencia de la muy importante comisión de finanzas (órgano encargado de controlar el presupuesto del Estado), reservada tradicionalmente al primer partido de oposición.
De esta manera, el presidente recientemente reelegido ha perdido su mayoría absoluta (mínimo 289 escaños) y se encuentra en una situación relativamente inédita en Francia al tener que contemplar o una coalición política en el parlamento (quizás con Les Républicains, un partido de derecha que obtuvo 61 escaños y que por el momento se opone a una alianza), o un gobierno minoritario (buscando acuerdos con los otros partidos según cada caso). Si estas dos opciones resultan imposibles, la única escapatoria para Emmanuel Macron sería disolver la Asamblea Nacional y organizar nuevas elecciones.
