El partido Fidesz ha cumplido su misión no ortodoxa: ha creado un sistema electoral que plantea el máximo de dificultades posibles para arrebatarle el poder. Este sistema también garantiza que, en caso de que el equipo dirigente siguiera gobernando, pueda seguir su incomprensible aventura con el mínimo de legitimidad democrática posible. Uno de los daños colaterales es la realización de este Catch 14 [una expresión que hace referencia a la novela Catch 22 de Joseph Heller, un término que se ha convertido en sinónimo de una situación absurda e inextricable, y a 2014, fecha de las próximas elecciones legislativas]: si se produjera al final una alternancia, algo que de momento parece poco probable, con la destrucción de las estructuras políticas, el país resultará ingobernable para los nuevos dirigentes.
Con el cambio en las normas de la campaña electoral, al igual que con la introducción de la inscripción previa en las listas electorales, a los directores del proyecto "plan naranja" [el color del Fidesz] sólo les ha motivado una idea: excluir a los electores con una menor conciencia política. Y es un secreto a voces que los estratos más desfavorecidos, cuya situación era imposible y ahora insostenible, serán sobre todo los que no van a votar, ya que no disponen de la fuerza ni de la información suficiente para realizar la inscripción en las listas.
Prueba de constitucionalidad
Resulta sintomático que incluso Laszló Sólyom [presidente de la República de 2005 a 2010], al que podría considerarse, incluso bajo el efecto de psicotrópicos, como un pensador perteneciente a la izquierda internacional, haya afirmado que consideraba que el asunto de la inscripción previa era una prueba de la constitucionalidad.
Y por si no bastara con la introducción de la inscripción previa, ahora harán que se vote una ley que prohíbe a los partidos que hagan campaña en las cadenas de televisión y en las radios comerciales, así como en sitios web. Para que la publicidad en los medios de comunicación no moleste al público.
Por si éste no estuviera lo bastante molesto. De momento, no hay nada que indique que las elecciones se celebrarán en 2014 según las normas en vigor actualmente. La economía griega es incluso más estable que el Estado de derecho del Fidesz. Los interesados supervisan constantemente al público objetivo e intervienen ante el más mínimo indicio que anuncie una posible victoria de la oposición.
La cobardía del Gobierno
En la primavera de 2010, y no es ningún secreto, nos reíamos de los escritos que nos describían en detalle el futuro según Orbán y transmitíamos los textos que predecían una autocracia sin creerlos. Ha llegado el momento de que presentemos nuestras disculpas. Sin embargo, según la retórica que ha caracterizado al Fidesz estos diez últimos años, no podíamos suponer que la acción gubernamental se caracterizara por la cobardía. Pero aquel que hace que la competencia sea imposible, tiene miedo. Si el poder estuviera seguro de aspirar al bien común y de que su acción fuera útil para la sociedad, no tendría miedo de enfrentarse a sus adversarios según las normas del juego de siempre. Pero este partido manipula incluso antes de subirse al cuadrilátero.
Orbán y su equipo han empujado al país a un Catch 14, en el que apenas hay más posibilidades de salir que de su versión 22. Buen trabajo, chicos.
Contexto
Una ley a medida
La ley que se votará el 19 de noviembre en el Parlamento húngaro garantiza una “igualdad de tratamiento” entre los partidos para la campaña electoral de 2014, ironiza Heti Világgazdaság. Porque, en opinión del semanario, al igual que la de muchos observadores, las reglas definidas por el Gobierno tienen un único fin: permitir que el Fidesz, el partido del primer ministro Viktor Orbán, conserve su ventaja.
El proyecto de ley prevé que la campaña oficial dure 50 días, en lugar de los 60 actuales. Quedará prohibida la publicidad de los partidos en los medios de comunicación privados y en los sitios web de información. Únicamente los medios de comunicación públicos podrán difundir los espacios publicitarios, de forma gratuita y según las modalidades definidas por una comisión electoral cuyos miembros serán designados, para un periodo de nueve años, por el Parlamento, donde el Fidesz dispone de una mayoría de dos tercios.
El tiempo de palabra total se fijará en diez horas durante toda la campaña y en el conjunto de las cuatro cadenas de televisión y tres emisoras de radio, es decir, 12,5 minutos al día para el conjunto de los partidos.
La colocación de carteles será libre, pero de pago. Y tal y como señala el diario eslovaco Pravda, el sector está dominado por una empresa cuyo director es Lajos Simicska, vinculado al Fidesz.