El 24 de agosto, Ucrania celebró a lo grande los 30 años de su independencia de la antigua URSS. Tras la disolución de esta última, en 1991, el resto de antiguas repúblicas soviéticas de Europa (Bielorrusia, Moldavia, Lituania, Letonia y Estonia) también consiguieron su independencia. Sin embargo, mientras los países bálticos se han adherido a la OTAN y a la UE, el resto siguen bajo el influjo de Moscú, en mayor o menor medida.
Ucrania, dirigida actualmente por Volodimir Zelenski, está sumida en un conflicto en el este rusoparlante, donde se enfrentan los separatistas (apoyados por Rusia) y las fuerzas leales a Kiev. Desde 2014, esta confrontación ha ocasionado más de 13 000 muertes, por lo que cualquier tipo de acercamiento con la OTAN (una de las prioridades de Zelenski) o la UE ha sido imposible.
Una encuesta realizada en diciembre de 2019 (citada por OpenDemocracy) reveló que uno de cada cinco ucranianos afirma que el autoritarismo era mejor que la democracia, y un tercio no veía diferencia entre autoritarismo y democracia.
