La tensión en el lugar "es muy fuerte, aunque tenga un carácter surrealista", señala Il Sole 24 Ore, para el que "no hay nada nuevo que ponga en duda la situación anómala que se cristalizó hace un año, al cabo de cinco días de enfrentamientos: Osetia del Sur y Abjazia están en manos de Moscú, aunque (prácticamente) todo el mundo considera que siguen siendo parte de Georgia; 3.700 soldados rusos vigilan las fronteras, los observadores de la Misión de vigilancia de la Unión Europea en Georgia (European Monitoring Mission in Georgia, EUMM, en inglés) velan por el respeto del alto al fuego y el presidente georgiano Mikhéil Saakashvili sigue manteniendo el control, aunque gravemente debilitado por la guerra, la crisis económica y las protestas de la oposición".
Por otro lado, la guerra "ha devuelto a Rusia su función de potencia temida y de primera en la escena internacional", destaca el redactor jefe de la revista Russia in Global Affairs, Fiodor Loukianov, en una entrevista al diario polaco Gazeta Wyborcza. Además, añade, "la guerra ha detenido el proceso de expansión de la OTAN, pues ha demostrado que es real el riesgo de que uno de sus Estados miembros sea uno de los implicados en un conflicto armado". 
Mientras que los esfuerzos diplomáticos, que se desarrollan desde hace casi un año bajo el patrocinio de la Unión, "se estancan", Gomart destaca que, Moscú y Tbilissi en estos días se dedican a "reafirmar de cara al mundo los motivos que han impulsado" al presidente Saakashvili "a intentar recuperar el control" de Osetia del Sur y "han hecho que el Kremlin esté dispuesto a impedirlo", señala Il Sole 24 Ore.
El País explica que los dos antiguos beligerantes intentan convencer con sus razones a la Misión de investigación internacional independiente sobre el conflicto de Georgia, dirigida por la diplomática suiza Heidi Tagliavini y también creada bajo los auspicios de la Unión Europea. La Misión debe presentar su informe sobre los orígenes y el desarrollo del conflicto a finales de septiembre, pero el Tagesspiegel creesaber que de ahora en adelante ya ha determinado que Georgia contribuyó irrefutablemente al estallido de la guerra. No obstante, destaca el diario berlinés, la UE debería reconocer que ningún país ha infringido el derecho internacional. Georgia aún se encuentra lejos de ser una democracia, tal y como se entiende en Occidente, concluye Tagesspiegel, pero los expertos están de acuerdo en que "únicamente tendrá la oportunidad de democratizarse si se vuelve hacia Europa".
Entretanto, señala Il Sole 24 Ore, las dos partes se comportan "como si quisieran recrear un escenario que, al igual que hace un año, podría acabar inevitablemente en guerra: los rusos, al acusar el 4 de agosto a los georgianos de haber tiroteado Tsjinvali, capital de Osetia del Sur, han aumentado el nivel de alerta y han iniciado maniobras militares 'preventivas'. Tsjinvali ha cerrado el último paso fronterizo aún abierto con Georgia, con el pretexto de evitar provocaciones y también el contagio de la gripe porcina. Tbilissi desmiente haber infringido la tregua, descarta cualquier plan de ataque y acusa a Moscú de querer modificar las fronteras, aunque los observadores europeos no tengan medios de probarlo". A pesar del alto nivel de tensión, los observadores no se ponen de acuerdo en lo que respecta a la vuelta inminente de las hostilidades.
En el diario parisino Le Figaro, Alexander Golts, experto ruso en cuestiones geoestratégicas, opina que "Rusia no tiene ningún motivo para enzarzarse en un conflicto", puesto que ya ha conseguido su objetivo: demostrar a Occidente sus veleidades hegemónicas en el Cáucaso. Por el contrario, Pavel Felgenhauer, otro experto militar ruso, afirma que "Rusia prepara el terreno para una nueva guerra contra Georgia", cuyo objetivo claramente será esta vez "derrocar el régimen" de Mikheïl Saakachvili.
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