La tala ilegal de bosques en el Gran Chaco vista desde el aire en Argentina. | Foto: Jim Wickens/Ecostorm vía Mighty Earth Illegal forest clearance in the Gran Chaco as seen from the air in Argentina. Image by Jim Wickens, Ecostorm via Mighty Earth.

La obstinada adicción de Europa a la soja que deforesta Argentina 

La soja procedente de zonas deforestadas en el Chaco argentino acaba en los piensos usados en las granjas europeas. Las medidas severas prometidas por la UE sigue retrasándose.

Publicado en 11 marzo 2024 a las 11:35
Illegal forest clearance in the Gran Chaco as seen from the air in Argentina. Image by Jim Wickens, Ecostorm via Mighty Earth. La tala ilegal de bosques en el Gran Chaco vista desde el aire en Argentina. | Foto: Jim Wickens/Ecostorm vía Mighty Earth
Este artículo es solo para suscriptores/as

Para alimentar a los animales que satisfacen el consumo cada vez mayor de carne y productos lácteos en Europa, los agricultores dependen en gran medida de cereales importados de América Latina, principalmente soja. Tras Brasil, Argentina es el segundo mayor proveedor de productos de soja de la Unión Europea y cubre el 21 por ciento (7,7 millones de toneladas) del consumo total de los 27 Estados miembros.

La soja, en su mayoría modificada genéticamente, llega a la UE tanto procesada en forma de harina o torta, o como habas de soja sin procesar. Argentina es históricamente el mayor exportador mundial de harina procesada (pero es probable que Brasil lo haya superado supere en 2023). Debido a su alto contenido proteico, la harina de soja representa el 25 por ciento del pienso del ganado industrial.

El cultivo de soja es devastador para los ecosistemas forestales, probablemente más que cualquier otro producto importado recientemente a Europa.

La UE ocupa el segundo lugar (después de China) en importaciones de soja a nivel mundial (y el tercer lugar después de China y la India en todas las materias primas cuya producción es responsable de la deforestación). Entre las habas de soja sin procesar y la harina o torta de soja procesada, Europa importó más de 580 millones de toneladas en los diez años previos a septiembre de 2023, según datos del Eurostat.

En particular, la UE es la mayor importadora de soja del Chaco, una región de alto valor ecológico del norte de Argentina. Desde el Chaco se exportaron 356 000 toneladas a Europa en 2019, lo que representa más del 50 por ciento de sus exportaciones totales. Con su importante contribución a la demanda mundial, Europa ha llevado a los productores a deforestar grandes áreas de esta provincia argentina para dejar espacio a la soja destinada a la alimentación animal para la producción de carne.

Chaco ocupa el tercer lugar entre las regiones proveedoras de soja a la Unión Europea, después de la Amazonia y el Cerrado (en Brasil). Estas últimas áreas, sin embargo, están orientadas principalmente al mercado chino.

Gran Chaco ES
La ecorregión del Gran Chaco | ©Mighty Earth

En respuesta al desastroso impacto ambiental del cultivo de soja tropical, en 2022 la UE aprobó un nuevo reglamento (llamado EUDR, Reglamento de Deforestación de la Unión Europea). Este prohíbe que productos procedentes de tierras deforestadas entren en el mercado europeo.

Lamentablemente, la implementación de la prohibición se ha pospuesto hasta 2025. Junto con las lagunas jurídicas derivadas de la presión de la industria maderera y sus aliados sobre algunos gobiernos de la UE, esto ha dejado a varios bosques (en Europa y más allá) languideciendo a merced de motivos lucrativos. 

Y al menos un tercio del Chaco quedará excluido del futuro reglamento europeo a menos que su competencia se extienda a "otras zonas forestales", tal como se define en una cláusula de revisión específica. Esto se debe a que el Chaco (al igual que el Cerrado brasileño) es de hecho un mosaico de bosques, sabanas y pastizales que no entran enteramente dentro de la rígida definición de bosque de la FAO, en la que se basa el EUDR.

La deforestación en el Chaco: los números

La ecorregión del Chaco es el segundo hábitat forestal más grande de América del Sur después del Amazonas. Se divide en una zona seca (el hábitat de este tipo más grande del mundo) y una zona húmeda, y tiene un total de 110 millones de hectáreas. El 62 por ciento de la región se encuentra en la provincia argentina del mismo nombre, mientras que el resto se extiende hacia Bolivia, Paraguay y Brasil. Es el hogar de casi 5000 especies diferentes de plantas y animales, algunas de las cuales se encuentran en alto riesgo de extinción. Además, para dejar espacio a la soja, la población local ha sido expulsada de sus tierras mediante intimidación y violencia, incluyendo mestizos y pueblos indígenas como los Wichí, Pilagá, Qom, Vilela y Moqoit.

Según un informe publicado en 2022 por el grupo Periodistas por el Planeta, coordinado por la argentina Marina Aizen, esta producción desenfrenada de soja ha costado alrededor de 14 millones de hectáreas de árboles en el Chaco argentino en los últimos 30 años. La tasa de deforestación para toda la ecorregión (25 por ciento) supera la del Amazonas (17 por ciento) y solo es superada por el Cerrado (50 por ciento).

Además de dañar la biodiversidad, la destrucción del bosque del Chaco está teniendo un impacto en el calentamiento global, ya que los árboles talados ya no secuestran dióxido de carbono. La deforestación, que representa alrededor del 15 por ciento de las emisiones de CO2 de Argentina, es la fuente de alrededor del 10 por ciento de las emisiones planetarias. Eso es igual a dos tercios de las emisiones generadas por todo el transporte (terrestre, marítimo y aéreo) combinado.

Según estimaciones del grupo de expertos Planet Tracker, la deforestación en el Chaco atribuible a la soja importada de la UE provocó la liberación de 7,3 millones de toneladas de CO2 solo en 2018.

Los datos de Trase, una plataforma para monitorear la sostenibilidad de las materias primas agrícolas, muestran que el 95 por ciento de la deforestación en Argentina ha ocurrido en el Chaco (el único ecosistema para el cual existen mediciones precisas). Esta región representó el 10 y el 4 por ciento de la producción anual de soja de Argentina (6,6-8,9 millones de toneladas) y de las exportaciones (más de 2 millones de toneladas) respectivamente en el período 2015-2019 (los datos más recientes disponibles).

"Durante el mismo período, la deforestación anual en el Chaco aumentó de 116 000 a 211 000 hectáreas", señala Michael Lathuillière, investigador del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo, responsable del mapeo de la cadena de suministro en Trase: "El 5 por ciento (50 000 hectáreas) puede atribuirse al cultivo de soja en el período 2014-2018. El cultivo ocupaba entonces un total de entre 2,6 y 2,8 millones de hectáreas y es posible que se haya expandido aún más".

De hecho, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos estima que la superficie total de soja en Argentina aumentará a 16,9 millones de hectáreas para 2023-2024, un aumento de más del 50 por ciento en comparación con 2002 (11,5 millones de hectáreas).

Cuantificando el riesgo

Entre 2016 y 2018 hubo una desaceleración en la deforestación del Chaco. Sin embargo, según unas estimaciones proporcionadas por Trase, por cada 1000 toneladas de soja exportadas en 2019, 7,1 hectáreas de bosque fueron potencialmente destruidas en la provincia argentina. Este nivel de riesgo es solo algo inferior al del Cerrado (7,6 hectáreas).

Esta evaluación de riesgos es crucial ya que, según las normas de la UE, las áreas forestales se clasifican como de riesgo bajo, medio o alto según las tendencias en diferentes criterios (deforestación, expansión agrícola y producción agrícola). Los Estados miembros deberán llevar a cabo controles más o menos estrictos, incluidas auditorías sobre el terreno, según el nivel de riesgo de la zona de donde proceden los productos importados.


Recibe lo mejor del periodismo europeo en tu correo electrónico todos los jueves

"La Comisión Europea compartirá su sistema de evaluación comparativa de riesgos en 2024 y hemos formulado recomendaciones basadas en nuestros métodos de análisis", afirma Lathuillière, investigador de Trase.

Según los datos más recientes, el riesgo de deforestación de la soja importada en la UE aumentó de 2103 hectáreas por cada mil toneladas en 2018 a 2487 hectáreas en 2019.

La soja producida en estas zonas puede seguir vendiéndose en el mercado europeo, ya que el EUDR solo prohíbe las importaciones procedentes de zonas deforestadas después del 31 de diciembre de 2020.

Alex Wijeratna, director senior de la ONG Mighty Earth, explica las implicaciones: "Esto significa que las áreas 'no boscosas' como pastizales, sabanas o humedales que fueron deforestadas o convertidas para el cultivo de soja antes de esa fecha seguirán siendo monocultivos comerciales en lugar de beneficiarse de la regeneración de su vegetación natural”.

¿Eres un medio de comunicación, una empresa o una organización? Consulta nuestros servicios editoriales y de traducción multilingüe.

Apoya un periodismo que no conoce fronteras

Aprovecha nuestras ofertas de suscripción o haz una donación para fortalecer nuestra independencia

Sobre el mismo tema