Opinion Educación en Bielorrusia

Adiós, tierra de las TI: bienvenidos a la servidumbre al estilo bielorruso

El régimen bielorruso prioriza el control sobre la educación para retener a los especialistas imponiéndoles un trabajo obligatorio después de su graduación, con lo que crea una forma moderna de servidumbre para atender a las necesidades del Estado. Se pone el énfasis en la obediencia, no en las aspiraciones individuales o en una economía basada en el conocimiento, comenta el columnista Igor Lenkevich.

Publicado en 15 noviembre 2023 a las 18:16

Ahora queda claro que el Estado ha decidido dejar de jugar con la creación de una nación modernizada. La calidad de la educación y el nivel de conocimientos impartidos a los estudiantes en las escuelas y universidades serán sacrificados en aras de las necesidades inmediatas del régimen de Alexandr Lukashenko.

"Después de nuestra reunión de hoy no se debe tomar ninguna decisión fundamental"; así es como Lukashenko inició la conversación durante una reunión de burócratas de la esfera educativa y de los órganos de control del Estado a finales de septiembre. Sin embargo, dada la situación actual del país, resultó imposible evitar medidas radicales. Como resultado, uno de los temas principales de la reunión fue la servidumbre de los graduados universitarios.

Todos pueden ver la razóny nadie hizo ningún esfuerzo especial para ocultarla. "Los especialistas más avanzados se van", declaró el gobernante de Bielorrusia. Y eso es "inaceptable para el país".

Según Lukashenko, la culpa la tiene el sistema. Excepto que no es el sistema en el que podrías estar pensando. No es el sistema de poder, la gestión estatal y la toma de decisiones que han estado funcionando durante casi treinta años en Bielorrusia y en la que muchos ciudadanos del país no pueden ver ningún futuro para sí mismos. No, es el sistema excesivamente "liberal" de asignación de puestos de trabajo a los graduados el culpable de la fuga de cerebros del país: "obtienen sus títulos, no hacen nada para amortizar su deuda con el Estado y se van del país".


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Actualmente, los estudiantes que reciben apoyo económico del gobierno deben pasar dos años después de graduarse en un trabajo y en una ciudad asignada por las autoridades. Esto ya no es suficiente. Se necesita más. En el futuro tendrán que atar a los trabajadores a sus lugares de trabajo. Esto se aplicará no sólo a quienes reciben dinero del Estado, sino también a quienes pagan sus propios estudios universitarios. Lukashenko hizo sugerencias y citó cifras precisas que obviamente constituirán la base de los "cambios no fundamentales" que se adoptarán. En palabras de Lukashenko, tendrán que existir medidas "obligatorias o al menos semiobligatorias".

Así pues, el período de trabajo obligatorio bien podría ser de cinco años. Para los estudiantes enviados a estudiar por un organismo público o una organización privada, la cifra podría ser de siete años. Y no nos olvidemos de los estudiantes que se autofinancian: también se verán obligados a trabajar durante un tiempo en un puesto asignado por el Estado, ya que ahora se están redactando los cambios necesarios en el Código Legislativo sobre educación.

Por lo tanto, lo que tenemos ahora es una forma moderna de servidumbre adaptada a las necesidades del régimen gobernante. La reflexión a largo plazo es bastante clara: muy pocos podrán afrontar el pago de la compensación requerida por el Estado para evitar la asignación obligatoria de puesto de trabajo. La gran mayoría de los jóvenes especialistas recién graduados se verán obligados a ir a trabajar donde el Estado considere necesario enviarlos.

Entonces la simple aritmética toma el control: las personas se gradúan en la universidad cuando tienen alrededor de 22 o 23 años. Agreguemos cinco o tal vez incluso siete años de puesto de trabajo obligatorio. Para entonces los graduados tendrán 30 años y ya habrán formado familias con uno o incluso dos hijos. Tendrán una hipoteca y necesitarán dinero para pagar el amueblamiento. Se hace mucho más complicado simplemente recoger los bártulos y mudarse a otro lugar. Por supuesto que habrá algunos que podrán escapar, pero no todos. ¡Menudo ahorro supondrá esto para el Estado!

En lugar de proporcionar estímulos económicos para atraer gente a las partes del país donde se la necesita, el Estado puede recurrir a un método simple y barato: la esclavitud por deudas. ¿Quién se va a molestar en dar con la forma de acceder a la educación superior? ¿A quién le importa el cómo intentarlo, cuando de ahora en adelante nadie va a querer hacerlo? El nuevo lema del sistema educativo bielorruso es: "Véndete, acepta la esclavitud y consigue un título universitario".

El resultado es, naturalmente, que muchas personas van a resignarse a no acceder nunca a la universidad, a fin de evitar así los muchos años subsiguientes de trabajo forzado. Esto es precisamente lo que el Estado necesita. Como hay escasez de trabajadores en las explotaciones agrícolas y ganaderas, que vayan a trabajar allí. Sin educación superior y por una migajas.

Usando su capacidad para sondear lo más profundo de las necesidades del Estado, la jefa de estudios de una de las facultades de Minsk que estuvo presente en la “conversación seria” afirmó que ya era hora de que los padres se desengañaran de la idea de que la educación superior es esencial. Es verdad: en mucha sabiduría hay mucha angustia. Hemos producido una generación de gente que piensa, y mientras tanto no queda nadie para darles un buen lavado a las vacas.

Pero incluso eso no es suficiente. Los especialistas deberían recibir el tipo de formación que los haga inútiles en cualquier lugar fuera de Bielorrusia. El fiscal jefe del país, Andrei Shved, está indignado por la cantidad de horas dedicadas a la enseñanza del inglés en las escuelas. Y pregunta airado: "¿Estamos formando mano de obra para Occidente?" Entonces, adiós, tierra de las TI. No necesitamos el inglés. No necesitamos el mundo global ni la economía digital.


Lo que el régimen necesita no es una “economía del conocimiento”, sino una “economía de la obediencia”


No tenemos que prevaricar sobre cuál es el objetivo principal: el régimen no necesita solo especialistas, requiere una mano de obra especial para determinadas empresas del sector estatal. No para la empresa privada, sino para el sector estatal. A los estudiantes de hoy y del futuro no se les enseñará lo que creen que será valioso en el futuro, sino lo que exige una economía nacional que de ninguna manera puede describirse como avanzada.

Es ilustrativo lo que dijo un periodista de uno de los canales de televisión estatales: "La educación es la fuente del desarrollo, de una economía exitosa, de una ideología que se consolida y, finalmente, de la vitalidad del Estado". Esta es la esencia misma de las expectativas del régimen: todo para las necesidades del Estado. Ni una palabra sobre las esperanzas y aspiraciones individuales de las personas, en pro de cuyo logro vivirán y trabajarán mañana y dentro de 20 o 30 años. La tarea de la educación es "lavar los cerebros" y enviar al mundo personas obedientes y poco exigentes, dispuestas a trabajar en alguna empresa agrícola o industrial. Nada más es de interés para el Estado tal como lo es ahora.

Y hay otra cosa que está de moda en estos momentos: la idea de que los escolares deberían acostumbrarse al trabajo manual. ¿Necesitan alguna mejora las instalaciones escolares? Dejad que los niños la hagan. "Habrá zonas en las que hará falta una nueva mano de pintura, en las que habrá que cambiar ventanas o puertas, en las que habrá que limpiar el recinto escolar. Los niños deben participar en todos estos trabajos". Después de todo, los niños no van a la escuela a aprender, ¿verdad? No, van para que les enseñen a manejar una pala correctamente. O un martillo. Para que desde su niñez se acostumbren a cómo será su futuro.

Los responsables llevan tiempo diciendo que a los bielorrusos nadie los necesita en ninguna parte. Solo son necesarios en su propio país. Así que ahora han pasado de las palabras a la acción concreta: con la calidad de la educación de la que ahora hablan, no habrá demanda para nuestros niños en ningún lugar del mundo. Y eso será una gran ventaja para el Estado; esclavizar a la gente y hacerla trabajar por unos centavos es mucho más sencillo cuando el único lugar donde pueden encontrar un papel para sí mismos es su propia tierra.

Lo que el régimen necesita no es una "economía del conocimiento", sino una "economía de la obediencia". Eso es exactamente en lo que está invirtiendo el régimen; le importa un pimiento el futuro del país y de la gente que vive en él.

👉  Artículo original en Reform

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