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Navalny, Putin, tensiones con Europa: “Necesitamos un cambio de gobierno”

Desde la repentina reforma constitucional, Rusia vive con la perspectiva de un “Putin eterno”. La periodista Ekaterina Venkina preguntó a cuatro jóvenes rusos qué opinaban sobre este tema, sobre el envenenamiento del opositor Alekséi Navalny y sobre la relación entre Rusia y Europa.

Publicado en 7 octubre 2020 a las 13:51

“Ha pasado exactamente un mes desde que intentaron matarme con un arma química”, escribió Alekséi Navalny, el principal opositor del Kremlin, en la primera publicación de su blog desde que salió del coma. Dos laboratorios independientes en Francia y Suecia y el laboratorio especializado de la Bundeswehr (las fuerzas armadas de Alemania) confirmaron encontrar Novichok, un agente neurotóxico militar, “dentro y en la superficie de mi cuerpo”, agregó.

Moscú ha rechazado todas las acusaciones y todavía no ha abierto una investigación oficial a pesar de que ya hayan transcurrido los 30 días previstos por la ley para las “diligencias preliminares”.

Alekséi Navalny estuvo en coma durante diecinueve días. Durante ese periodo, dos videos filmados en Siberia poco antes de que perdiese el conocimiento generaron aproximadamente 8,4 millones de vistas en YouTube. En ellos, él acusó de corrupción a los aliados políticos locales del presidente Vladímir Putin.

Las acusaciones por corrupción y envenenamiento no son nada nuevo para el líder del Kremlin ni para su séquito. La novedad es, sin embargo, que desde julio Rusia ha debido vivir con la perspectiva del “Putin eterno”, una opción formalizada luego de que el parlamento adoptó una serie de enmiendas constitucionales prácticamente sin que fuesen debatidas.

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¿La reciente evolución de la situación conducirá a las personas, sobre todo a las jóvenes generaciones, a una apatía política total? O bien, ¿buscarán poner fin a este sopor similar al de la bella durmiente? Según el estudio “Youth Study Russia 2020”, publicado por la Fundación Friedrich Ebert (FES), casi un 60% de los rusos de entre 14 y 29 años que participaron no se interesan o se interesan poco en la política. Solo un 26% confía en el gobierno, mientras que un 42% confía en el presidente.

Voxeurop entrevistó a jóvenes rusos para conocer su posición respecto a la reforma de Putin para poner su contador presidencial a cero, el caso de Alekséi Navalny y Europa.

German Nechaev, de 23 años, estudia ciencias políticas en el instituto de estudios asiáticos y africanos de Moscú y trabaja como redactor para la revista estudiantil DOXA.

“Alekséi Navalny fue envenenado, al menos eso pienso yo. Pero para determinar la causa y quién se iba a beneficiar de ello, habría que conseguir una bola de cristal. Sin importar el desenlace que tenga esta historia (y espero que termine bien para Alekséi), él se ha convertido involuntariamente en un símbolo de las protestas democráticas en Rusia. Si el objetivo era decapitar a la oposición y evitar que lo que está sucediendo en Bielorrusia se dé en nuestro país, creo que han causado exactamente lo contrario.

Yo ejercí personalmente mi derecho de voto y voté contra las enmiendas constitucionales. El país se está volviendo cada vez más autoritario y no confío ni en las autoridades ni en el presidente. En nuestro país, quienes se encuentran al poder son los dirigentes del partido que se formaron en la época de la Unión Soviética. Tienen el cuidado de deshacerse de todas las otras opciones y de garantizar que no haya ninguna alternativa posible a Putin. Los medios de comunicación casi no han mencionado la puesta a cero del contador de los mandatos de Putin. Tan solo se habla del aumento de las pensiones y de la mejora del bienestar de los animales.

No estoy seguro de si Occidente comprende los procesos políticos que se desarrollan en Rusia. Las sanciones internacionales no generan las consecuencias esperadas. Si estas buscan debilitar el régimen, pues no sirven, ya que parece que las posturas del pueblo respecto al presidente no han hecho más que mejorar.

German Nechaev

Al principio, la oposición no contaba con una imagen clara de la situación. Luego se presentó este cambio importante. Se bautizó como el ‘párrafo abuelita’ porque lo propuso Valentina Tereshkova, la antigua cosmonauta soviética de 83 años. Como miembro del partido pro-Kremlin, propuso una enmienda constitucional que le permitiría a Putin realizar dos mandatos más. Después de este giro, quedó claro, tanto para el pueblo como para la oposición, que el resto de las enmiendas propuestas no eran más que un pretexto, que todo ese procedimiento poseía una única meta. Al mismo tiempo, debido a la crisis del coronavirus, resultó más difícil para la oposición incitar a la gente a votar, pues hacerlo podía poner en riesgo su salud.

No estoy seguro de si Occidente comprende los procesos políticos que se desarrollan en Rusia. Las sanciones internacionales no generan las consecuencias esperadas. Si estas buscan debilitar el régimen, pues no sirven, ya que parece que las posturas del pueblo respecto al presidente no han hecho más que mejorar.

La pregunta sobre si Rusia debe seguir el camino de China o el de Europa para continuar su desarrollo es muy abstracta. Moscú debe priorizar sus propios intereses. Culturalmente, Rusia es más cercana a Europa, pero en algunas de sus regiones, la vida es completamente diferente. Los budistas que las habitan, por ejemplo, poseen más puntos en común con los chinos, los nepalíes y los indios que comparten sus mismas ideas que con los cristianos alemanes o moscovitas.

¿Que si me siento personalmente amenazado en Rusia? Durante una manifestación en julio de 2019 [en Moscú, contra la exclusión de los candidatos de la oposición en las elecciones locales, NdR], me bajé del metro en el momento equivocado y terminé en un coche de policía. El tribunal me multó. Efectivamente, mi seguridad personal podría encontrarse en peligro si la policía toma medidas concretas la próxima vez. Puede que deba irme de Rusia en algún momento. Aunque no me agrade lo que está ocurriendo ahora en el país, espero que el futuro sea mejor”.

Kristina Bykova, de 28 años, estudió informática de las humanidades en Tomsk, en Siberia. Es profesora en la “School of Unboring Report” y da clases de ciencia.

“Todavía no tengo permitido votar en Rusia. Hace seis años me mudé de Kazajistán a Tomsk. Mi marido vive aquí. Estoy en proceso de obtener la nacionalidad rusa. Me es difícil mantener una opinión neutral en lo referente a las enmiendas constitucionales. Personalmente, no estoy de acuerdo con ellas. Muchos expertos afirman que hemos sido testigos de uno de los mayores fraudes electorales de la historia. Se podía ver a los votantes ejercer su voto en sus granjas o en un banco, donde no había observadores electorales. El proceso duró toda una semana y nadie supervisó lo que sucedía en las mesas electorales en horas de la noche.

Hoy en día las relaciones entre Rusia y Occidente son tensas. Me agradaría que tomasen un tono amigable. Si la gente de aquí viajase más y fuese a Europa, vería que ahí no está ocurriendo nada terrible, a diferencia de lo que muestra la propaganda estatal. El problema es que muchos viven con menos de 15 000 rublos al mes (167 euros). Antes que todo debemos mejorar la calidad de vida del país.

De todas maneras, mi confianza en el presidente Putin se debilitó hace tiempo. En una entrevista, había declarado que no modificaría la Constitución. No me gusta que los políticos cambien de opinión. Y ahora, el envenenamiento de Alekséi Navalny. Es algo monstruoso pero revelador. Todo el mundo sabe qué pasó, pero no hay nada que podamos hacer. Creo que necesitamos cambiar de gobierno.

Me intereso en la política y puedo visualizar una carrera en este campo. Cuando ya esté nacionalizada, podré postularme como diputada para las próximas elecciones de la Duma [asamblea] regional.

Pero por el momento, aquí en Tomsk, quiero llevar adelante mis esfuerzos para popularizar el pensamiento científico con el fin de que las personas sean menos susceptibles a las teorías de complot. Quiero dar conferencias, organizar festivales y luchar por los derechos de las mujeres. Mi futuro solo está en Rusia. No me imagino en ningún otro lugar”.

Yevgeniya, de 22 años, estudió economía internacional en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú y actualmente trabaja para la empresa químico-farmacéutica Bayer como encargada de marketing multicanal. Es originaria de Lípetsk, en el sur de Rusia.

“No quiero juzgar con mucha severidad la situación de Navalny. Por un lado, el envenenamiento de un miembro de la oposición no puede beneficiar en nada a las fuerzas cercanas al gobierno, ya que evidentemente esto será fuente de nuevas sanciones y empeorará la reputación de Rusia en la escena internacional. Por otro lado, el 13 de septiembre se organizaron elecciones regionales en muchas partes de Rusia, y el equipo de Navalny trabajó duro para obtener el voto de la mayoría en las regiones en cuestión.

Nací en 1998, cuando Vladímir Putin inició su carrera política. Sus primeros dos mandatos fueron bastante positivos. De verdad que este hombre ha hecho mucho por el país. Por ejemplo, rembolsó la deuda nacional. Pero desde que se dio el traspaso de poderes entre Dmitri Medvédev y Putin que le permitió a este último ser presidente por dos mandatos más, todo se ha estancado.

La perspectiva de otros 16 años con Putin se siente como ser condenados a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional.

Yevgeniya

El referéndum sobre la reforma constitucional de julio fue una bacanal política, una verdadera orgía, y no pude hacer nada al respecto. El ambiente a mi alrededor insinuaba que todo había sido decidido ya. Pero por lo menos quería cumplir con mi deber de ciudadana y voté contra los cambios.

En serio pensaba que Putin iba a actuar con mayor delicadeza y prudencia ante una reforma tan amplia. Pero ahora que ya se aprobó, nos está haciendo quedar como idiotas. La perspectiva de otros 16 años con Putin se siente como ser condenados a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional.

En mi opinión, es imposible establecer una asociación con Occidente mientras que la cuestión de Crimea [anexada a Rusia en 2014] siga sin resolverse. Rusia no cederá y deberá esperar a que esto sea aceptado.

Para mí solo hay un camino posible: debo alcanzar la independencia económica, como el millonario Sergei Galitsky. Alcanzó el éxito y luego comenzó a invertir grandes cantidades de dinero en su ciudad natal. Yo también desearía ayudar a Lípetsk. Siempre veo todo de color de rosa, soy ingenua, pero creo que es posible. Vi un proyecto audiovisual sobre los nuevos empresarios rusos que viven con honestidad. Pagan todos sus impuestos y hacen todo con transparencia. Lo ideal sería centrarme en la hostelería”.

Viktor, de 28 años, estudió ingeniería eléctrica en la Universidad Técnica Estatal de los Urales, en Ekaterimburgo y actualmente trabaja como ingeniero con equipos de alta tecnología.

“El asunto Navalny nos ha sacudido a todos. Por todos lados escuchamos declaraciones e hipótesis contradictorias. Mientras la investigación siga en curso, prefiero no pronunciarme al respecto. Naturalmente, confío en las capacidades de los médicos alemanes para curar a Navalny.

No fui a votar. En primer lugar, porque la mayoría de las enmiendas ya estaban cubiertas por leyes federales, por lo que no era necesario incorporarlas a la Constitución. En segundo lugar, porque no estoy de acuerdo con el formato. Un voto debe seguir el procedimiento clásico: debe realizarse en un solo día y bajo la supervisión de comisiones electorales locales, de observadores y de la prensa. ¿Cómo puedo votar con convicción si al mismo tiempo hay gente que vota sin supervisión en las cabinas de votación o quizá incluso sobre cepas de árboles? También se propuso que votásemos por todos los cambios a la vez, como si se tratase de un menú del día. ¿Y qué pasa si quiero una ensalada pero no quiero sopa?

Debido a la pandemia, mucha gente en nuestra ciudad lleva tiempo de estar desempleada. Los centros comerciales ahora están cerrados. No se les proporcionó ninguna ayuda sustancial. Si la gente no tiene qué comer, es difícil que vaya a aceptar las propuestas políticas.

Aunque no esté satisfecho con el procedimiento de voto, es difícil no confiar en el presidente. Fue elegido de manera legítima y es mucho más popular que los partidos y los miembros parlamentarios. Putin es un hombre famoso. Pero su trabajo podría ser más eficaz en ciertos aspectos, sobre todo en el mundo de los negocios.

Occidente siempre ha sido un socio para Rusia. Mantenemos relaciones estrechas con Alemania en particular, comenzando por Siemens, desde finales del siglo XIX. Pero ahora, debido a las sanciones, todo se está complicando un poco más en el contexto económico.

La nueva generación tendrá sin duda nuevas exigencias. Pero Rusia es un país con un ‘pasado impredecible’ y, con más razón todavía, con un ‘futuro impredecible’”.

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