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En mi revista de prensa del 16 de noviembre, examiné el carácter aparentemente inevitable del avance ideológico de la extrema derecha en numerosos Estados miembros de la Unión Europea. Pero dos acontecimientos recientes merecen toda nuestra atención, especialmente si destacan el peso de la movilización de la sociedad civil para frenar esta tendencia, a tres meses y medio de unas elecciones europeas cruciales.
En Alemania, las manifestaciones masivas en reacción al avance de la extrema derecha indican que se ha sobrepasado el umbral de tolerancia contra las acciones de los partidos políticos de extrema derecha: decenas de miles de personas han marchado durante varios días (y siguen haciéndolo los fines de semana) por las calles de muchas ciudades para denunciar, entre otras cosas, la ideología racista de estos partidos. El fenómeno se ha producido tras las revelaciones de Correctiv del 10 de enero sobre una reunión secreta organizada en noviembre de 2023 por el AfD con neonazis para trazar un plan de expulsión del país a millones de extranjeros y alemanes hijos de inmigrantes.
Otro hecho notable, en un juicio inédito, el tribunal constitucional alemán prohibió el 23 de enero la concesión de fondos públicos al partido neonazi Die Heimat (La Patria, antiguo NPD) durante los próximos seis años, como informa el diario berlinés Die Tageszeitung. "¿Qué hacer frente a los fachas?" se pregunta el editorialista Kersten Augustin, mientras relata el debate que se ha producido en Alemania sobre la posibilidad de iniciar un procedimiento contra el AfD.
En Polonia, el gobierno formado por Donald Tusk, recién elegido, está en pleno proceso de deshacerse de todo lo que tiene que ver con el PiS en las estructuras estatales y medios públicos, aunque la purga está resultando ser más difícil de lo esperado. Esto debería servirnos de advertencia, observa el periodista e historiador británico Timothy Garton Ash, en su crónica para el diario británico The Guardian. Puesto que restaurar la democracia es todavía más complicado que crearla desde cero: "Las últimas semanas han sido dramáticas, repletas de ira y a veces extrañeza [...]. El mayor desafío para Tusk y sus socios de la coalición será resistir la tentación de volver simplemente las tornas e instalar sus propios simpatizantes como sustitutos de los antiguos responsables." La reconstrucción llevará tiempo: "De aquí al fin de esta legislatura, el 2027, el servicio público de radiodifusión tendrá que ser más imparcial, los tribunales deberán ser más plenamente independientes, el presidente debe estar situado más indudablemente por encima de los partidos, la administración pública y los servicios de seguridad deberán tener una independencia más real; no solamente en comparación a su situación durante el gobierno del PiS, sino también en comparación a los gobiernos polacos anteriores, incluyendo los de Tusk antes de que los populistas llegasen al poder", resume el historiador.
Para quienes no hayan podido participar, os invito a escuchar el replay de nuestra conversación con Timothy Garton Ash durante nuestro evento en directo del 6 de febrero (lien). Ahí este gran conocedor de Polonia rescata la lección de que las democracias europeas deben aprender del ejemplo polaco.
Como el politólogo neerlandés Cas Mudde lleva repitiendo varios años, "la extrema derecha es una minoría ruidosa y no representa a la mayoría silenciosa, algo de lo que los medios de comunicación y los políticos deberían ser conscientes. Si las calles nos han enseñado algo es que el pueblo NO quiere nada con la extrema derecha" ha vuelto a repetir hace poco en un hilo en X. En los Países Bajos, la imposibilidad de formar una coalición podría derivar en nuevas elecciones, lo que beneficiaría al PVV, el partido de extrema derecha de Geert Wilders (y que fue la fuerza más votada de las elecciones legislativas del 22 de noviembre). En su análisis para Le Grand Continent, Mudde analiza siete escenarios posibles, "ninguno atractivo". Si se celebran nuevas elecciones, "las encuestas muestran que el PVV saldría fortalecido, capaz de dominar cualquier coalición", previene. Y denuncia el fracaso de "los medios de comunicación y los partidos", que " se centran principalmente en la inmigración o adoptan los planteamientos del PVV en otras cuestiones, como la vivienda". A buen entendedor…
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