A nadie le extraña que el partido Rusia Unida del presidente Putin haya salido victorioso de las elecciones legislativas celebradas del 17 al 19 de septiembre, con un 49,82 % de los votos. La formación conserva prácticamente los dos tercios de los escaños en la Duma, la cámara baja del Parlamento, y se sitúa muy por delante del Partido Comunista ruso, que ha obtenido la segunda posición (18,93 %).
Esta victoria, calificada por el secretario de Rusia Unida de “limpia y honesta”, no sorprende a nadie: a la mayoría de candidatos de la oposición se les había prohibido participar en los comicios y se les había privado el acceso a los medios de comunicación, comenzando por el principal opositor, Alexéi Nalvani.
El poder también bloqueó la aplicación y el sitio web creado por los partidarios de Nalvani para que los electores pudiesen “votar tácticamente” a los candidatos de la oposición mejor situados en cada circunscripción.
También hay que añadir, no por primera vez, las numerosas acusaciones de fraude confirmadas por observadores independientes.
