Bruselas, 24 de marzo de 2011. Manifestación contra las medidas de austeridad discutidas con ocasión del Consejo Europeo.

La huida hacia adelante de la zona euro

Los Veintisiete se reúnen para celebrar un Consejo Europeo consagrado a la “respuesta integrada” de la Unión a la crisis de la zona euro, cuyo primer paso es el Pacto por el Euro. Sin embargo, la prensa europea no se muestra nada entusiasta ante las reformas del Fondo Europeo de Estabilización Financiera y el posible nacimiento de una Europa de dos velocidades.

Publicado en 24 marzo 2011 a las 17:38
Bruselas, 24 de marzo de 2011. Manifestación contra las medidas de austeridad discutidas con ocasión del Consejo Europeo.

En Irlanda existe inquietud por las repercusiones internas de las decisiones que van a tomarse en Bruselas, en particular en lo relativo al plan de rescate de los bancos irlandeses, cuya quiebra causó la crisis económica que sufre el país.Irish Independent se muestra pesimista respecto al resultado del Consejo Europeo:

“La tan esperada cumbre de hoy parece haber fracasado antes de empezar. No parece que quepa esperar un acuerdo sobre el asunto principal: el aumento de la capacidad de préstamo del Fondo Europeo de Estabilización Financiera de 250.000 a 440.000 millones de euros. Habrá que esperar hasta junio antes de que pueda llegarse a un acuerdo”.

Hasta entonces, observa el periódico, la cuestión principal sobre la mesa sigue siendo la de los bancos, en vísperas de una nueva serie de pruebas de resistencia orientadas a comprobar su capacidad de encajar nuevas sacudidas financieras.

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“Las pruebas de estrés podrían demostrar que los bancos irlandeses no están en condiciones de asumir nuevas pérdidas, a pesar de los 35.000 millones de euros asignados por el plan de rescate de la UE y del FMI”.

La polacaDziennik Gazeta Prawna agita el espectro de una Unión Económica de dos velocidades como resultado de la cumbre, donde la zona euro se convierte en una unión fiscal mientras los Estados que no forman parte de ella pierden influencia sobre la política económica de la UE.

“En la cumbre de hoy se va a oficializar la unión económica de la zona euro. Los arquitectos de este pacto son Francia y Alemania, que insisten en que este es el único medio de superar la crisis de la deuda”.

Según un experto citado por el periódico de Varsovia, el trato sería el siguiente:

“Alemania está de acuerdo en rescatar a los Estados miembros amenazados de insolvencia. A cambio, los deudores deberán renunciar a una parte de su soberanía. A ciertos países, como Suecia y el Reino Unido, les preocupa la posibilidad de que Europa derive hacia un capitalismo totalmente regulado. Mientras que otros, como Polonia, Dinamarca, Lituania, Bulgaria y Rumanía, quieren unirse al pacto [por el euro] para no quedarse arrinconados dentro de la UE”.

Este es justamente el peligro que denuncia en Bucarest el periódico Jurnalul National, al advertir de la posibilidad de que los países que no forman parte de la moneda común —como Suecia, Rumanía o Polonia— no acaben de entender el Pacto por el Euro, y pudieran sentirse tentados de verlo como un sucedáneo de adhesión al euro.

"Rumanía debe conservar la prudencia [...]. El principal interés del país es recortar las distancias que le separan [de los países de Europa] del Oeste. Nuestros salarios son cinco veces más bajos que los suyos y tenemos la tasa de inflación más alta de la UE. Este pacto significa austeridad y más austeridad, lo que dificulta el recorte de distancias [entre países miembros] en materia de inversiones en infraestructuras e incluso reduce la capacidad de absorción de fondos europeos”.

Las dudas de Suecia quedan recogidas en Aftonbladet, que muestra su indignación ante la mayor injerencia de las instituciones europeas en los asuntos internos de los países miembros prevista por el Pacto por el Euro, en particular en lo relativo a las políticas salariales.

"La propuesta de coordinar las economías de Europa da derecho a la Comisión a supervisar la evolución del nivel salarial, entre otras cosas. Eso es inaceptable. Los salarios suecos se deciden entre los trabajadores y los empresarios, y no deben decidirse ni en Bruselas ni en Rosenbad [sede del Gobierno sueco, en Estocolmo]. La propuesta no es mala únicamente para Suecia, sino para toda Europa”.

La regulación excesiva y la injerencia, además de un déficit democrático, añade Der Standard. En efecto, el periódico vienés estima que las nuevas reglas del juego que se discuten en Bruselas van a influir en la vida de los europeos sin que estos hayan sido consultados.

“En primer lugar está la necesaria reforma de los tratados europeos. Esta tendrá lugar por un ‘procedimiento simplificado’ que no necesita referendos. Del mismo modo, en el caso de las acciones de rescate, los ministros de Finanzas deciden a puerta cerrada. ¿Con el concurso del Parlamento Europeo? No, no es bienvenido. ¿Bajo el control del tribunal de cuentas? No, no es necesario. Después de todo, no son más que 500.000 millones de euros. Si esta es la interpretación en boga de la democracia, no es sorprendente que a los demagogos les vaya viento en popa”.

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