Sobre el cartel: "No lo olvido", el eslogan de los grecochipriotas para denunciar la ocupación turca del norte de la isla, asolada por la crisis actual.

Lo peor aún está por llegar

Seis meses después de la crisis bancaria que estuvo a punto de arrastrar toda la economía de la isla, Chipre está lejos de haber dejado atrás dificultades. Asfixiada por la restricción del crédito y por la austeridad impuesta por la troika, la economía funciona al ralentí y la morosidad se instala en la isla.

Publicado en 20 septiembre 2013 a las 14:31
Sobre el cartel: "No lo olvido", el eslogan de los grecochipriotas para denunciar la ocupación turca del norte de la isla, asolada por la crisis actual.

Más manifestaciones diarias en el centro de Nicosia, más filas de espera ante los cajeros automáticos, más periodistas de la BBC y de la CNN en directo ante el Parlamento. Sin embargo, para los habitantes de Chipre, las condiciones de vida hoy son peores que hace seis meses, cuando la crisis estaba en pleno apogeo. Y muchos temen que lo peor aún esté por llegar.

Desde que el 15 de marzo pasado el presidente de Chipre y el del Eurogrupo anunciaran su intención de aplicar un impuesto a todos los depósitos y se desencadenara así una crisis que pasó primero por el cierre de los bancos durante dos semanas y luego por la creación de una normativa sobre los movimientos de capitales, la economía y la sociedad chipriotas han vivido una sucesión de acontecimientos totalmente previsibles: debilitamiento del sistema bancario, austeridad impuesta por la troika, contracción acentuada de la economía y aumento masivo del desempleo.

Siguiendo el recorrido que ya realizaron Grecia y Portugal, Chipre, un pequeño país que se había acostumbrado en los últimos decenios a un alto nivel de vida y a ignorar las crisis y la pobreza, hoy está a punto de descubrir una realidad totalmente distinta. “La crisis ha afectado a la población en todos los estratos, desde los más pobres a los más ricos. Entre los más desfavorecidos, las dificultades y la desesperación cobran una magnitud que no se veía desde la invasión turca de 1974”, explicaba Dinos Papakyprianou, un pequeño empresario dedicado a la importación de bienes de capital.

En caída libre

Hace ya seis meses que nos encontramos en las calles de Nicosia con Dinos, entonces indignado y angustiado, impaciente por que se volvieran a abrir los bancos y poder cumplir con los compromisos de su empresa. Hoy nos ponemos en contacto con él por teléfono y Dinos se muestra más resignado, pero también más pesimista, ya que prevé una nueva caída financiera. “Decidí reducir al mínimo posible el volumen de mi actividad y por lo tanto de mis riesgos financieros. El motivo es muy sencillo: si se produce otra caída, ya no corro el riesgo de perder todo lo que había ganado en 32 años de trabajo. Prefiero estar preparado si sucede una nueva crisis como la de hace seis meses y entonces decidiré qué hacer”.

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La decisión de Dinos dice mucho sobre lo que vive la economía chipriota. Las empresas, congeladas por los sucesos del pasado mes de marzo (con la aplicación del impuesto a los depósitos y una importante reducción de los depósitos de más de 100.000 euros en los dos grandes bancos del país), ya no invierten, los hogares consumen lo estrictamente necesario y la actividad económica ha caído en picado.

[[Hoy Chipre registra la recesión más profunda de toda la Unión Europea]], por delante de Grecia. En el segundo trimestre de 2013, el PIB retrocedió un 5,2 % interanual (según las cifras del Eurostat), es decir, el peor índice registrado en la isla desde la invasión turca [1974]. El índice de paro, que en marzo llegaba ya a la cifra récord del 14,9%, no ha dejado de aumentar, hasta llegar al 17,3% actual.

El pasado viernes 13 de septiembre, tras un complicado proceso de aprobación por parte del Parlamento de ciertas medidas impuestas por la troika, el Eurogrupo desbloqueó un tramo de 1.500 millones de euros, de un préstamo total que se elevará a 10.000 millones. “Hemos salido de la zona de peligro”, asegura el ministro chipriota de Finanzas, Haris Georgiades, según el cual, Chipre “hoy se encuentra en fase de estabilización”. Un optimismo que no comparten los economistas a los que hemos preguntado.

Salida del euro

“En términos macroeconómicos, es cierto que la recesión parece menos grave de lo que se preveía inicialmente; en cambio, en el sector financiero, las cosas son mucho peores, puesto que los bancos aún no se han estabilizado. Y esto significa que corremos el riesgo de ver que la situación global se degrade aún más, a medida que el crédito siga restringiéndose”, explica Antonis Ellinas, profesor en la Universidad de Chipre. En su opinión, aún está sobre la mesa la posibilidad de salir del euro. “[[Muchos dudan de la eficacia del programa de la troika, porque no vemos de dónde puede venir el crecimiento]]. Por lo tanto, la salida de la moneda única sigue siendo una posibilidad, entre otras cosas porque, si la situación se degrada aún más, serán muchos más los chipriotas dispuestos a recuperar la libra chipriota, a la que recuerdan como una moneda estable”.

Bernard Musyck, un economista belga instalado en Chipre, comparte esta opinión y comenta que una nueva degradación es más probable que un inicio de mejora. “En el sector público, debido a las presiones de la troika, se han producido cambios. El ámbito privado, en cambio, parece seguir aún en una fase de negación, pero no por mucho tiempo”, valora, tomando como ejemplo el sector bancario. "El Bank of Cyprus absorbió al banco Laiki, pero aún no se han producido reducciones de personal. La llegada de los rusos a la administración va a desencadenar los primeros despidos, y los bancos van a abrir por la tarde, algo que no sucede actualmente”.

Por otro lado, el Gobierno se dispone a privatizar distintos sectores, entre ellos el de la electricidad, el de las telecomunicaciones y el de la administración portuaria, lo que augura más despidos y reducciones salariales a corto plazo.

Restaurar la confianza

El panorama es aún más sombrío cuando nos planteamos los dos aspectos con los que la economía chipriota podría dar un giro favorable y que aún están lejos de hacerse realidad.

El primero sería la recuperación de la confianza de los agentes económicos en el sector bancario. Pero hoy lo único que impide una fuga bancaria son los controles sobre los flujos de capitales que siguen en vigor (a pesar de que cuando las entidades bancarias volvieron a abrir en marzo, el Gobierno había prometido que esos controles sólo durarían unas semanas). “En este momento, todo lo que podemos hacer es desbloquear el 20 % de un depósito a plazo fijo cuando venza”, explica Bernard Musyck, que prevé un largo proceso hasta que se recupere la confianza.

Un segundo motivo de esperanza sería la rentabilización de las reservas de gas descubiertas recientemente en todo Chipre.
Según los expertos, el problema es que aún hacen falta de cinco a siete años para que este recurso natural aporte verdaderos beneficios económicos. Una demora demasiado larga para evitar que otra generación de chipriotas, después de la que vivió la guerra de 1974, escape a la espiral del desempleo y la pobreza.

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