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«Una vez que atraviesas el túnel [en la frontera ruso-georgiana], comienzas a entender que has abandonado una clase de distopia y que has ingresado a un país civilizado», explica Aleksandr Belinskiy.
El masajista de 35 años y vendedor de coches llegó a Georgia a mediados de marzo.
«Te relajas; te das cuenta de que no te meterán a la cárcel por una publicación en Instagram», declara Belinskiy para OC Media.
«Aquí por lo menos puedo hablar».

Belinskiy expresó una rotunda objeción a la guerra de Rusia…