Análisis Guerra y refugiados

Refugiados ucranianos en Polonia: ¿cuánto durará la bienvenida cordial?

Nueve meses después del inicio de la invasión a gran escala de Rusia en su país, siguen llegando ucranianos a Varsovia. Y, aunque los polacos siguen mostrando un sólido apoyo a los refugiados ucranianos, la cantidad de voluntarios que les ayuda se ha reducido drásticamente. Tal y como expone la socióloga Daria Krivonos, la pregunta de cuál es su lugar en la sociedad polaca es cada vez más apremiante.

Publicado en 23 noviembre 2022 a las 18:56

Algo de lo que con frecuencia no se habla en las descripciones ampliamente difundidas del apoyo a los refugiados de la guerra (1) de Ucrania en el contexto de la invasión de Rusia es que la gran mayoría de estos voluntarios (al menos en el caso de los principales lugares en Varsovia) eran ucranianos, muchos de los cuales habían huido también de la guerra. Con el reciente debate sobre la llegada de los refugiados ucranianos centrado en la rápida movilización de solidaridad en las comunidades locales de las "sociedades anfitrionas", es importante preguntarse a quién se reconoce como parte de esas “comunidades locales".

Aunque sin duda debe alabarse la respuesta y el apoyo inmediatos de la mayoría de los polacos, me gustaría preguntar quién va a asumir los costes de la reproducción social en la migración de los refugiados ucranianos a largo plazo, cuando las "sociedades anfitrionas" se cansen de la guerra y los sentimientos humanitarios se desvanezcan. 

Ya hemos observado cómo las "comunidades locales" están menos dispuestas a acoger a los desplazados y los Estados (como el polaco) retiran las ayudas a los que albergan a refugiados en sus hogares. Puesto que esta solidaridad se ha basado en gran medida desde el principio en la interpretación inestable de la europeidad y la “blanquitud”, nos podríamos plantear una pregunta formulada con acierto por uno de mis interlocutores ucranianos en las investigaciones: "¿Cuánto va a durar esta solidaridad? ¿Cuándo empezarán a tratarnos (a los ucranianos) como a los refugiados sirios?".

Dado que la protección temporal no concede acceso a una protección de los refugiados más extensa ni a derechos de bienestar, a lo que se une el cansancio de las "sociedades anfitrionas", la pregunta que debemos plantearnos es quién reproducirá las vidas de los ucranianos que huyen de la guerra, ya que el conflicto no parece que vaya a acabarse en breve.

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Para responder a estas preguntas sería necesario reconocer a más de un millón de ciudadanos ucranianos que ya vivían en Polonia cuando comenzó la guerra y que ahora asumen el coste de la reproducción social, acogiendo a sus familiares y amigos en pequeños apartamentos en medio del aumento desorbitado del coste de vida. Al igual que muchos otros, Andrii, recién graduado en una universidad polaca y que trabaja en el almacén de un supermercado, me contó cómo acoge indefinidamente a su abuela y a su hermano menor en un pequeño apartamento. 

Personas ostensiblemente blancas y en gran medida invisibilizadas

Mientras prosiguen las conversaciones sobre la acogida de refugiados en Europa, es fundamental abstenerse de volver a centrarse en una figura blanca europea "que apoya a Ucrania" (con todos sus recursos distribuidos de forma desigual para una solidaridad racializada) y tener en cuenta la mano de obra de los migrantes ucranianos que desde hace tiempo ha impulsado las economías de la UE. Esta mano de obra por parte de personas ostensiblemente blancas y en gran medida invisibilizadas se necesita hace tiempo en la UE como el aire. 

Aunque han sido ignorados en gran medida por los investigadores sobre migración internacionalmente, los ciudadanos ucranianos se encuentran entre los principales receptores de permisos de residencia relacionados con empleos y que avivan las economías de la UE, al mismo tiempo que Polonia se ha convertido en el principal país receptor de migración laboral en la UE desde 2014. Se han estado emitiendo más de 500 000 permisos de primera residencia a ciudadanos ucranianos al año casi exclusivamente en Polonia, su Estado vecino. 

La dependencia de Europa de esta mano de obra migrante se hizo públicamente visible solo con la alteración de la "normalidad" durante la pandemia de la COVID-19, ya que estos trabajadores no podían llegar a sus lugares de trabajo, para luego ser olvidados de nuevo cuando la emergencia "acabó". La carga de la asistencia en el contexto del desplazamiento también recae en comunidades migrantes ucranianas y en personas como Andrii, que en muchas ocasiones trabajan en una economía precaria y de bajos sueldos. 

Cuando analizamos los vínculos entre las movilidades de mano de obra a largo plazo de los migrantes ucranianos y el desplazamiento actual en el contexto de la invasión rusa, vemos claramente cómo los que "ayudan" y los que "huyen" con frecuencia son las mismas personas que comparten y comprenden los dilemas de las comunidades desplazadas.


"¿Cuánto va a durar esta solidaridad? ¿Cuándo empezarán a tratarnos (a los ucranianos) como a los refugiados sirios?"


La invisibilidad de la mano de obra de migrantes ucranianos sigue reproduciéndose en el actual espectáculo de acogida en la UE. Muchos ucranianos, aunque silenciados con el tono de celebración de la UE de "apoyo a Ucrania" mientras aportaban su mano de obra para mantener las vidas de otros refugiados ucranianos a largo plazo, trabajaron en las principales estaciones de Varsovia días enteros, ofreciendo información, trasladando equipajes, buscando rutas de viaje a otros países, ayudando con la burocracia, consiguiendo billetes de tren y autobús, traduciendo y rellenando solicitudes de visado. 

Algunos de ellos eran trabajadores y estudiantes ucranianos, que ya habían vivido en Polonia antes de la invasión a gran escala y cuyos contratos de alquiler y visados de estudiantes iban a expirar pronto. Anna, una de estas estudiantes, se planteó volver a Ucrania durante el verano, ya que encontrar y pagar alojamiento en Varsovia se había vuelto aún más difícil. 

A aquellos con “acentos", nombres y apellidos ucranianos ya les resultaba difícil incluso antes de la guerra, al tener que responder a anuncios de viviendas "solo para polacos". A diferencia de otros ciudadanos ucranianos que cruzaron la frontera de la UE después del 24 de febrero, las personas como Anna no tienen derecho a protección provisional ni a otros beneficios (como, por ejemplo, transporte público y trenes gratuitos).

Antes de que se retiraran los beneficios, en los comedores benéficos y en las taquillas de billetes se comprobaba en los pasaportes ucranianos si había un sello que demostrara que se cruzó la frontera antes del comienzo de la guerra, con lo que se establecía una división entre los ucranianos que merecían más ayuda y los que se esperaba que ya estuvieran asentados. 

Los ucranianos ayudan a los ucranianos

En otoño, el casero de Anna le subió el alquiler un 20 % debido a la inflación en Polonia, lo que supuso una mayor presión financiera para sus padres que viven en Ucrania. Mientras escribo estas líneas en noviembre de 2022, Anna sigue ofreciendo ayuda gratuita a ciudadanos ucranianos con la preparación de solicitudes de visados para Norteamérica. Hace de "voluntaria" en una de las muchas ONG que dependen en gran medida de refugiados ucranianos con educación superior y que hablan inglés, ruso, ucraniano y polaco, y que trabajan gratis.

Historias como esta no son una novedad y no se limitan al contexto de Ucrania. Las investigaciones demuestran cómo el trabajo de hacer que la vida siga adelante en el contexto de los desastres lo llevan a cabo trabajadores racializados, localizados, empleados de forma precaria y limitados a trabajos emocionalmente agotadores, físicamente exigentes y de bajo estatus. La labor de voluntariado que realizan los refugiados se ha invisibilizado y no se considera un trabajo.

Los teóricos de la reproducción social feminista han expuesto desde hace tiempo cómo el trabajo invisible de mantener la vida diaria se ha externalizado a comunidades de clase trabajadora racializada. Esta comprensión cuestiona la noción del trabajo como sinónimo de sueldo y empleo y cambia el enfoque hacia formas de trabajo no pagadas y no reconocidas. Como en otros casos, cuando el trabajo de los voluntarios se redefine como no trabajo, la historia de estas formas de mano de obra reproductiva es la historia de negligencia y de no reconocimiento

La mano de obra de los voluntarios recientemente se ha teorizado y problematizado como "no trabajo", como actos de amor y servicio, como oportunidades de formación y experiencias. También propondría que estas formas de no trabajo tengan un reconocimiento diferencial y un valor de cambio en función del organismo laboral que lleve a cabo este "no trabajo". El voluntariado y la solidaridad adquieren diferentes reconocimiento público y valor según los mecanismos socioculturales relacionados con la raza, el género, la nacionalidad y la ciudadanía. 

De este modo, algunos voluntarios en la estación de Varsovia que acudieron desde Norteamérica hablaban del voluntariado como "ayuda", impulsados por la incapacidad de quedarse quietos ante el desastre; pero muchos además disponían del tiempo y del capital económico que podían destinar a pasar varias semanas en la estación, teniendo en cuenta que para ellos el coste de vida en Varsovia era más que asequible.

Algunos trabajaban para ONG occidentales, cuyo funcionamiento solo fue posible gracias a la "ayuda" de traductores ucranianos y cuyo trabajo en la mayoría de los casos no se pagó, aunque se encontraba disponible "de forma natural". Algunos voluntarios procedentes del extranjero eran estudiantes de carreras del Europa del Este, de ruso y ucraniano, que estaban adquiriendo una experiencia importante y práctica lingüística para el futuro. 

Mientras, una joven ucraniana que trabajaba de voluntaria en la estación, comentaba: "Es una pena que ni siquiera me den un certificado u otra prueba de que he trabajado aquí como voluntaria". Lo decía mientras preparaba su CV para una ronda de solicitudes de trabajo. Además del trabajo emocional y de las habilidades para buscar información, el mantenimiento a largo plazo de las vidas diarias a través de la facilitación de información se basa en gran medida en las habilidades lingüísticas, con frecuencia subestimadas por ser algo "natural", sencillamente por el hecho de que alguien "es de Ucrania". 

La experiencia del voluntariado como "no trabajo" de los ucranianos tiene poco valor de cambio y se considera más bien como algo disponible naturalmente, simplemente por "ser de Ucrania" y por disponer de las competencias lingüísticas naturales. Este trabajo se vuelve invisible porque lo realiza "una refugiada ucraniana".  Mientras estaba en el mostrador de información y conversaba, al tiempo que nos interrumpían personas haciendo preguntas sobre vivienda, visados y transporte, pasé muchas horas hablando con jóvenes voluntarios ucranianos sobre sus propias estrategias para encontrar trabajo remunerado que les permitiera ganarse la vida en la UE. 

Muchos no se planteaban quedarse a largo plazo en Polonia, por las deprimentes oportunidades del mercado laboral para personas que acababan de mudarse, mientras que la migración a otros países solo la consideraban como una opción aquellos con familiares y amigos que ya vivían en esos países.

A diferencia de otros voluntarios, muchas de estas personas, sobre todo jóvenes y mujeres, no tenían nada a lo que regresar, su trabajo no se aplaude como una respuesta de la "comunidad local", ni tiene un valor de cambio como el caso de los otros voluntarios no ucranianos. Algunos voluntarios refugiados se unieron a mercados laborales precarios, como en el sector de los servicios, trabajando en bares y tiendas de souvenires, lo que demuestra aún más los vínculos entre el trabajo de migrantes con sueldos precarios y el voluntariado como "no trabajo" en la estación de tren o en ONG occidentales.

La mano de obra de los ucranianos, tanto pagada como no pagada, corre el riesgo de que se ignore de nuevo en las narrativas de autofelicitación de Europa que solo considera a los ucranianos como receptores de ayuda, como ha ocurrido en otros contextos de desplazamiento. 


Notas

1) Aunque aquí utilizo el término "refugiados", cabe recordar que a estas personas no se les concede el estatus de refugiados en virtud de la Convención de Ginebra de 1954.  

👉 Artículo original en LeftEast
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