Entre el 23 y el 27 de septiembre, el Kremlin organizó unos supuestos referéndums en los óblasts (regiones) de Jersón, Zaporiyia, Lugansk y Donetsk, que se encuentran bajo una ocupación total o parcial del ejército ruso. El objetivo era preguntar a la población si deseaba anexarse a la federación de Rusia, para justificar así la invasión.
Como era de esperar, los resultados preliminares en los cuatro óblasts implicados presentan entre un 87 % y un 99,2 % de votos a favor de la anexión a Rusia. En lo que se refiere al índice de participación, este oscila entre menos del 50 % y más del 80 % de los votantes según la región, cifras cuestionadas debido a la ausencia de listas que den cuenta de la población todavía presente en el territorio y a las numerosas – y flagrantes – irregularidades en el proceso de votación.
Ahora es el turno de la Duma, el Parlamento ruso, de votar a favor de la incorporación de los territorios, después de lo cual Vladímir Putin deberá dar su aprobación. Esta es una maniobra importante, ya que ahora Moscú podrá alegar que los intentos de Ucrania para recuperar sus regiones por vía militar constituyen un ataque contra su propio territorio.
Numerosos testimonios denuncian intimidaciones por parte de militares rusos que llevaban las urnas de puerta a puerta o patrullaban las calles con formularios de voto. Por su parte, la comunidad internacional ha condenado estas consultas y ha anunciado que no reconocerá los resultados.