“La autoridad austriaca de los mercados financieros y el banco nacional echan el freno a los créditos hacia el Este”, titula Die Presse, tras la decisión de los dos organismos de exigir a los bancos austriacos un aumento de un 2% a un 3% de sus reservas de fondos propios y de limitar “la concesión excesiva de créditos” en la zona. Esta medida se adopta mientras que la agencia Moody’s está examinando las perspectivas de calificación de la deuda austríaca.
En un artículo de opinión, el diario vienés teme “una quiebra del Estado inducida por los bancos siguiendo el modelo de Irlanda”, puesto que tras “años de verdadera fiebre del oro” las entidades austriacas han invertido cerca de 300.000 millones de euros — más que el propio PIB del país — en la Europa central y oriental, de los que entre el 6% y el 40 % se calcula que pueden ser activos tóxicos.
“La decisión del Banco Central austríaco cierra una fase de la actual crisis y abre probablemente la siguiente”, considera el România libera en Bucarest. “Aunque los efectos concretos serán severos — presión suplementaria sobre el leu [divisa rumana], sobre una tasa de interés al alza, así como la dificultad del Estado de acceder a préstamos — pueden superarse. Más grave, sin embargo, es el efecto simbólico, puesto que así nos damos cuenta de que la imagen que se tiene desde ahora de Rumanía es la de un país emergente, con sus riesgos y beneficios, dónde todavía vale la pena invertir pero únicamente si conoces el modo de salir acto seguido”.
Para el diario de Bucarest, se acabaron los buenos tiempos de 2007 en que “los banqueros griegos y austriacos se peleaban por estar presentes en el mercado del salvaje Este”, “Austria sacrifica a Rumanía, donde junto con Grecia ostenta la mitad del sistema bancario, para asegurarse su propio destino”. En resumen, representa “el trágico final del colonialismo financiero”.
Por parte checa, Respekt teme que “los países como Hungría, Rumanía, Serbia o Ucrania se vean obligados a hacer frente, al menos por parte de los bancos austriacos, a un brusco ‘credit crunch’, una repentina reticencia a conceder créditos”. Los países como la República Checa o Eslovaquia pueden también sufrir las consecuencias, dado que la prensa internacional olvida que su situación es bien diferente a la de otros países de la región, señala el semanario de Praga: “En República Checa y en Eslovaquia ahorramos mucho. Ambos países están relativamente infra-endeudados. No solamente en lo que respecta a las grandes empresas […] sino sobre todo en el sector de los pequeños comerciantes. Por ejemplo, el volumen de préstamos hipotecarios en ese país es del 25% del PIB, en Europa occidental es del 55% y en Reino Unido llega incluso a más del 100% del PIB”.