Después del gas y del petróleo ruso, ahora le toca al grano ucraniano atizar las preocupaciones mundiales respecto a las consecuencias del conflicto. Desde el inicio de la invasión de las tropas de Moscú, los puertos ucranianos que van a dar al mar Negro se encuentran bloqueados por las fuerzas rusas y las exportaciones suspendidas. Al día de hoy, más de 30 millones de toneladas de granos están en espera de abandonar el país – el 4.º exportador mundial de cereales – y de liberar espacio en los silos ucranianos mientras se avecina la próxima cosecha.
La posibilidad de una pérdida de reservas de cereales ucranianas junto con la alteración de su agricultura y la destrucción de su banco de granos amenazan con dar paso a una crisis alimentaria que superaría significativamente las fronteras del conflicto. Actualmente Turquía y Rusia están dialogando sobre la creación de un corredor que permita exportar productos alimenticios ucranianos. Ahora queda ver qué pedirá a cambio el Kremlin, ya que, para Vladímir Putin, una hambruna mundial no constituye una consecuencia adversa del conflicto, sino un arma más para su arsenal.
Por otra parte, la Comisión Europea deberá aportar sus recomendaciones respecto a la solicitud de adhesión de Ucrania el 17 de junio. Después, el 23 y 24 de junio, los jefes de Estado y de gobierno de los Veintisiete deberán pronunciarse sobre este tema en una cumbre en Bruselas.