El rostro de la revolución conservadora

Adulada por quienes apreciaban su estilo y su política sin concesiones, odiada por quienes le reprochaban su falta de empatía y su ultraliberalismo, Margaret Thatcher no dejaba indiferente a nadie en Europa. Al día siguiente de su muerte, a los 87 años de edad, la prensa europea refleja la diferencia de sentimientos que despierta esta figura.

Publicado en 9 abril 2013 a las 14:44

Para Die Welt, la influencia que “Maggie” ejerció sobre sus sucesores fue más amplia que la de su paso por Downing Street: “La relación de Thatcher con el continente europeo define hoy en día todavía la política europea británica”, asegura el diario conservador alemán, para el que:

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La “Dama de Hierro” dejó una herencia que todavía hoy se deja sentir más allá de las fronteras británicas: una relación con la UE abierta, al principio, pero cada vez más difícil y, al final, hostil. Hoy existe todavía una guerra civil en el seno de los tories sobre la pertenencia [de Reino Unido a la UE], que podría hacer que los conservadores se escindiesen.

El diario de derecha italiano Libero despide a la “Dama de Hierro que Italia necesitaría”. “Thatcher nos deja solos con la europesadilla de Merkel”, titula Libero, que plantea “qué clase de Europa tendríamos ahora si Thatcher no se hubiese retirado en 1990”:

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¿Hubiésemos llegado a la misma situación, subyugados por el tacón de la Alemania de Merkel, con la moneda única, el pacto fiscal y todo lo demás asfixiándonos? Probablemente no. [...] Esa dama que parecía una tía chapada a la antigua nunca hubiese permitido una Europa como la que vivimos. Creía que el federalismo de Maastricht era hijo del socialismo contra el que siempre había combatido. [...] Vio el euro como una pérdida de soberanía. No le gustaba el firme credo de algunos federalistas. Quería una Europa unida, no una muerta o sin alma. [...] Lo que a algunos les ha costado 20 años darse cuenta, la Dama de Hierro ya lo previó y, desgraciadamente, lucharon contra ello en vano.

Para Libération, se ha ido “la gran segadora”. El diario de izquierda no oculta su aversión hacia quien “inventó una ideología, el thatcherismo, que sigue prosperando a pesar de sus fehacientes fracasos”. “La crisis de la década de 2000 también fue la crisis de un thatcherismo que sus partidarios llevaron al extremo”, añade el diario para el que:

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durante once años ella encarnó el liberalismo triunfante de los años ochenta. Ella supo vender como un nuevo evangelio algunas ideas simples: la gloria a las privatizaciones, a la desregulación, más concretamente en el sector financiero, a la flexibilidad laboral y los ataques en toda regla contra los sindicatos. Ideas que ella aplicaría con la convicción de un predicador, explicando que no cabía otra opción, la famosa Tina: “There is no alternative”. Víctimas de sus convicciones inquebrantables fueron los “caras negras” [los mineros], los argentinos y los irlandeses que se declaraban en huelga de hambre. [...] Ella impuso su visión de la sociedad a su partido y a su país antes de polinizar el resto del mundo, especialmente los Estados Unidos de Reagan, pero también a la izquierda europea.

En Praga, Hospodarske noviny recuerda que junto a Ronald Reagan y Juan Pablo II, Margaret Thatcher contribuyó a desmantelar el bloque soviético y a poner fin a la Guerra Fría. Este intocable “icono de la transformación económica en Checoslovaquia”:

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indicaba el camino para pasar de una sociedad abotargada a una dinámica sociedad de mercado y de libertades individuales. Al recordar la euforia de los revolucionarios de la década de los noventa, entre los checos impera un concepto muy idealizado, que no habla de las consecuencias de sus reformas conservadoras y de sus consecuencias: el ambiente sofocante y la crisis social en Reino Unido.

En Estonia, la ex república soviética, se insiste también el papel que Margaret Thatcher desempeñó en el hundimiento del bloque comunista. Por eso, el Postimees la tilda de “icono del anticomunismo”, cuya forma de gobierno fue un modelo para numerosos dirigentes postcomunistas:

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Sus palabras clave, como “Estado mínimo”, “mercado”, “privatizaciones”, etc., se vendían como morcillas en los países postcomunistas de Europa oriental. […] Thatcher era una euroescéptica a su manera, sin llegar a caer en ningún caso en el populismo. Predijo que una Unión Europea más integrada conllevaría problemas y sería un proyecto utópico, puesto que ella la veía como una vasta zona de libre comercio. Nos acordaremos de ella sobre todo como la “Dama de Hierro” que, junto a [Ronald] Reagan, ganó la Guerra Fría, abolió el imperio soviético y como la que nos prestó su apoyo mucho después de estos acontecimientos.

En Bucarest, Adevarul analiza numerosos mitos que han circulado en torno a la figura de Margaret Thatcher y de su “duro estilo de gobierno”:

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Era una persona formal y moralista – Al contrario, ella tenía un gran sentido del humor, se mostraba indiferente ante el comportamiento de sus homólogos masculinos, que a menudo se veían implicados en escándalos sexuales. Se oponía a la unificación europea – Totalmente falso: Thatcher defendió con pasión la unificación europea. En 1975 llevó a cabo la campaña a favor del “sí” [a la adhesión a la Comunidad Europea], promovida por el Partido Conservador. El Acta Única Europea de 1986, que modernizaba el Tratado de Roma y ampliaba las competencias de la CEE, fue iniciativa suya. El thatcherismo generó la crisis financiera – Radicalmente falso: la desregulación bancaria que preconizaba Thatcher no tiene nada que ver con la falta de control que provocó la crisis que estalló en Wall Street. Ella estaba a favor de una estricta regulación bancaria.

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