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Los jóvenes y la covid-19: ¿qué impacto ha tenido la pandemia en su salud mental?

¿Cómo viven en verdad los jóvenes de la UE esta crisis inédita, mientras se ven obligados a lidiar con centros educativos cerrados, clases virtuales, exámenes pospuestos, la modificación de las prácticas universitarias y la supresión de empleos para estudiantes?

Publicado en 31 diciembre 2020 a las 14:33

La mayoría de los países europeos han estado sumidos en las brumas de la pandemia durante casi un año. Entre dudas y circunspección, los gobiernos nacionales modificaron sin cesar su plan de acción con la esperanza de mantener su economía y a sus ciudadanos a flote. Entre los discursos que han acompañado estos abanicos de reglas modificadas indefinidamente, el que consideró a la juventud como el culpable ideal ha logrado hacerse camino en todas las sociedades europeas. ¿Pero cómo viven en verdad los jóvenes de la UE esta crisis inédita, mientras se ven obligados a lidiar con centros educativos cerrados, clases virtuales, exámenes pospuestos, la modificación de las prácticas universitarias y la supresión de empleos para estudiantes?

En Francia: estudiantes víctimas de la angustia

Según una investigación llevada a cabo por el Observatoire national de la vie étudiante en más de 45 000 estudiantes, un 31 % de las personas encuestadas presentaron signos de malestar psicológico durante el primer periodo de confinamiento en Francia, que tuvo lugar del 10 de marzo al 11 de mayo de 2020. Entre los encuestados, un 11,7 % declaró haber tenido pensamientos suicidas, en comparación con un 7,6 % del resto de la población.

Conversamos sobre estas cifras con Florian Tirana, presidente de Nightline France, una asociación que en 2017 abrió una línea de ayuda para estudiantes administrada por voluntarios que también son estudiantes. Según los detalles que nos proporcionó Florian Tirana, el anuncio de los dos confinamientos causó un aumento significativo de las llamadas recibidas por los equipos de Nightline. “Las líneas telefónicas se saturaron en poco tiempo”, nos confió el presidente de la asociación.

La soledad, los problemas relacionales y el temor respecto a su futuro profesional encabezan la lista de los temas abordados con más frecuencia en estas confesiones de estudiantes. ¿Son estos cuestionamientos propios de la generación de la covid? En realidad no, rectifica Florian Tirana. “El malestar psicológico en los estudiantes siempre ha existido. Si tomamos como referencia las cifras de hace 20 o 30 años, uno de cada tres estudiantes lo experimentaba”.

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Si bien los estudiantes franceses parecen haber sido desde siempre víctimas de angustias significativas, la experiencia del confinamiento las reforzó. “Cuando en nuestra adultez debemos pasar semanas encerrados con nuestros padres entre las cuatro paredes de un piso, no es raro que surjan fricciones”, señala Florian Tirana.

Las preocupaciones sobre el futuro constituyen la segunda razón más común por la que llaman los estudiantes. “¿Cómo será mi futuro cuando concluya mis estudios? ¿Cómo lograré encontrar prácticas?” Estas son preocupaciones que se manifiestan una y otra vez en la línea de ayuda de Nightline France. Como respuesta a este contexto ansiógeno producto de la pandemia, la asociación creó recientemente una plataforma que registra todos los servicios accesibles a los estudiantes que experimentan angustia.

En Alemania: practicantes precarios

Marion, de 24 años, está cursando actualmente el tercer semestre de su carrera de comercio internacional en Berlín. El objetivo de esta carrera que los estudiantes eligen debido al lugar central que las lenguas extranjeras ocupan en ella es que quienes la cursen sean capaces de manejarse con soltura en la esfera de los asuntos internacionales tras concluir sus estudios. Los conocimientos lingüísticos adquiridos cada semestre constituyen el núcleo de estos estudios basados en la movilidad y suelen consolidarse en prácticas de tres meses realizadas en el extranjero.

No obstante, la crisis sanitaria ha obligado a muchos establecimientos a reconsiderar sus ambiciones internacionales a la baja. Si bien Marion y la mayoría de sus compañeros lograron encontrar las prácticas necesarias para obtener su futuro diploma, la mayoría de los lugares en las que las realizan no logran de ningún modo suplir las necesidades de estos futuros especialistas del comercio. Estas prácticas, que deberían aclimatar a los jóvenes a las esferas a las que ellos aspiran, carecen de una dimensión internacional, establecen misiones sin relación con sus estudios y asignan funciones que se realizan principalmente en teletrabajo. De este modo, no satisfacen los objetivos de los practicantes.

En Austria y en Italia: una emulación a media asta

Peter, de 22 años, y Heidi, de 19, estudian composición musical en la KUG, la universidad de música y artes del espectáculo de Graz. Desde principios de noviembre, el establecimiento cerró sus puertas y todas sus clases pasaron a impartirse a distancia. Para Peter, que está completando su quinto semestre, la transición hacia el 100 % en línea, constituyó un “cambio violento”.

Entre los desafíos considerables a los que la enseñanza a distancia ha dado lugar, Peter menciona las dificultades para mantener la concentración. “Después de pasar dos horas en un seminario virtual, ya comienzo a desconcentrarme”. Este sentimiento lo comparte la nueva bachiller Heidi, que pese a la disciplina que logra imponerse a sí misma cada mañana, admite que cada vez le es más difícil concentrarse.

Ambos confiesan estar sumidos en un mar de dudas. “¿Un diploma obtenido mediante exámenes realizados por Zoom tendrá el mismo valor que uno clásico?”, se pregunta Peter preocupado. “¿Las clases en línea me permiten aprovechar plenamente esta carrera rica y exigente que apenas estoy descubriendo?” se pregunta Heidi.

Otro elemento faltante evocado por estos estudiantes de una carrera artística es la emulación. “Nuestro campo requiere de gran creatividad, y la inspiración se alimenta de las interacciones con otros estudiantes”, afirma Peter. Esta frustración también fue mencionada por Marcella (de 25 años), estudiante de arquitectura en la Universidad de Nápoles, cerrada desde marzo. Como no pueden acceder a las salas de trabajo ni a las bibliotecas universitarias, a los estudiantes les es difícil realizar sus proyectos grupales, que influyen mucho en la nota final y constituyen el punto álgido de toda la carrera de arquitectura.

👉 Lea el primer artículo de la serie: Los jóvenes europeos y la covid-19: ¿responsables o víctimas?


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