Disputa migratoria

Después de errar durante tres semanas, el barco Ocean Viking operado por la ONG francesa SOS Méditerranée que llevaba a bordo a más de 230 migrantes, de los cuales 57 eran niños, desembarcó el 11 de noviembre en el puerto de Tolón (Francia).

La acogida por parte de Francia, descrita como excepcional por su ministro del Interior Gérald Darmanin, tomó lugar después de que Italia se negase a permitir el desembarco en suelo italiano, y esto pese a las repetidas solicitudes de la ONG. La disputa diplomática entre los dos países empeoró hasta llegar a la suspensión de un acuerdo entre Francia e Italia sobre la acogida de varios miles de migrantes. Darmanin señaló que la reacción de Italia generaría consecuencias graves para las relaciones entre ambos países. Por su parte, la primera ministra italiana Giorgia Meloni condenó la “reacción agresiva” del gobierno francés, considerándola como “incomprensible e injustificada”.

Ante este incidente diplomático, Meloni, ganadora de las elecciones legislativas anticipadas en Italia a la cabeza de su partido neofascista Hermanos de Italia (Fratelli d’Italia, FdI, extrema derecha), recordó que Italia ya había acogido a más de 90 000 migrantes que llegaron a través del Mediterráneo en 2022. Esta reacción forma parte de una tendencia más general de críticas realizadas por los países más expuestos a la llegada de migrantes con respecto a otros Estados miembros de la UE, acusados de no recibir su parte de la población desplazada.

El 12 de noviembre – el día después de que Francia acogió al Ocean-Viking – Chipre, Grecia, Italia y Malta firmaron de manera conjunta une declaración que criticaba la falta de solidaridad y de coordinación entre los diferentes países de Europa.