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Ahora que Francia asumió la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea el primero de enero, se está preparando para llevar a cabo los grandes planes de Emmanuel Macron relativos a la política europea: la reforma de las fronteras del espacio Schengen, una revisión presupuestaria, la defensa europea, etc. Objetivos ambiciosos para el eurófilo confirmado que planea sacar provecho de la presidencia francesa hasta el final de su mandato, el 30 de junio de 2022.
Si por una parte la presidencia del Consejo de la UE constituye una oportunidad para integrar algunas problemáticas en la agenda de los Veintisiete, también le permitiría al presidente francés presentarse como el hombre fuerte de la Unión Europea en vista de su probable candidatura a las elecciones presidenciales previstas para abril. Las coincidencias en las fechas no pasaron desapercibidas para la oposición francesa, que no tardó en acusar a Macron de manipular la presidencia rotatoria para fines electorales.
No obstante, si bien la presidencia del Consejo tiene sus ventajas, también tiene su contraparte. Si Emmanuel Macron desea aprovechar el empujón electoral que esta representa, deberá recordar el interés y la necesidad de una Europa unida a una población francesa considerablemente euroescéptica y presentar sobre todo un balance positivo de la presidencia rotatoria, todo en tan solo unos cuantos meses.
