Que las piedras hablen

140 kilómetros de muro cayeron en 1989 y tenemos centenares de expresiones europeas para recordarlo. Si las paredes hablaran, ¿qué nos contaría este muro?

Publicado en 8 noviembre 2009

Cojamos a un tipo francés de 40 años. El 9 de noviembre de 1989, tenía 20 y veía, con los ojos húmedos, la imagen de la caída del mundo de Berlín desfilando en la pantalla de televisión. Al mismo tiempo, una señora polaca de 80 años po podía creer lo que veía. 28 años estuvo allí el muro, fundido con el paisaje.

Los Zonis, como se les llamaba a los habitantes ‘del oeste’, la gente de la zona, podían de repente cruzar el Todesstreifen, la ‘zona de la muerte’ que les separaba de la antigua RFA. De repente, ya no estaban al pie del muro (au pied du mur), como se dice en francés de los que tienen las manos atadas. Tampoco era ya necesario hacer el muro (faire le mur, en francés), escaparse jugándose el pellejo, ni estaban más entre la espada y la pared. También se acabaron las negociaciones interminables muro contro muro (del italiano, muro contra muro) donde nadie daba su brazo a torcer. Lottare contro un muro di gomma: enfrentarse a esa barrera fría entre el Este y el Oeste era como luchar contra un muro de goma, dicen en italiano, nunca encontrar una solución.

Hace falta imaginar la vida que tenían los alemanes de hace 20 años: entonces, comunicar con el Oeste era como hablar con la pared (en italiano, parlare con un muro, en francés, parler à un mur) o lanzar guisantes al muro de al lado sin que nadie reaccione, como reza la conocida expresión polaca jak grochem o ścianę. Un infinito mur de silence, un muro de silencio, para los alemanes: Mauer des Schweigens, dicen ellos cuando no se existe comprensión entre las dos partes. It’s like talking to a brick wall: como si hablaras a una pared de ladrillo, dirían los ingleses.

Por suerte, lo que ocurría no quedó como entre cuatro paredes, between you, me and these four walls (inglés): los secretos pudieron atravesar las vallas de alambre de espino. Incluso si les murs ont des oreilles (walls have ears, en inglés; ściany mają uszy, en polaco; si las paredes pudieran oír) y a pesar del peligro, ese 9 de noviembre de 1989, ni hablar de quedarse fuera de la fiesta o, como dicen en polaco, confundirse con el muro: podpierać ścianę. Tampoco era el momento de quedarse al margen, como una flor de pared (en alemán, Mauerblümchen)… Durante aquellos días, había que tirarlo todo abajo para no subirse por las paredes (going up a wall). Desde Francia hasta Polonia, era el momento de unirse, de fare muro (hacer muro), como dicen en Italia.

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Jane Mery, traducción de Pedro Picón

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