Qué tío más pesado...

En Alemania, los llamamos "caga uvas de Corinto" y en España, " expurgadores de garbanzo ". Esta semana, Torre de Babel ataca a todos los " porculeros de moscas " del continente.

Publicado en 23 noviembre 2009 a las 16:30

Cuando, cediendo a una manía tan vana como estéril, alguien a su alrededor se obstina, de forma immoderada, en querer medir todo al detalle mínimo, tamizando con minuciosidad de entomólogo lo que encuentra en su camino o desmenuzando punto por punto con rigor inquisitorial hasta el más ínfimo pelillo y, además, inflije a su entorno más o menos próximo los inconvenientes de su irresistible inclinación, entonces en alemán podemos bautizar sin cortarnos un pelo a este atleta del requiebro intelectual con el dulce nombre de korinthenkacker, literalmente “cagapasas”.

¡Es sin duda un porculero! ¿Pero por qué caga uvas de Corinto, o sea, pasas? Sin por ello poner en tela de juicio la venerable reputación de los habitantes de esta localidad griega, la referencia concierne sólo a estas deliciosas pequeñas uvas tan usadas en la confitería. Y es que, ante tanta dulzura, antes de hincarles el tenedor y pasarlas por las armas de nuestra dentadura, un verdadero “cagapasas” es capaz de pasar un día entero inventariando uno tras otro, los pequeños frutos secos presentes en su postre, en cuyo caso, eventualmente, seguro que faltaría uno.

En los Países Bajos prefieren las hormigas

Sólo un poco menos triviales, los franceses, para fustigar al charlatán, lo designan como un “porculero de moscas”. Es al célebre autor Louis Ferdinand Céline a quien debemos la popularidad de la expresión. En los Países Bajos, son otros insectos a los que nuestro entomólogo sodomita atormenta. Su mierenneuker, ante la hiriente insinuación de haber pecado de formigación, se dedicará a contar los pelos que se le caen del susto de uno en uno antes de entregar su alma. Antes que coleccionar pasas, el pesado polaco prefiere enumerar guijarros en el jardín. Eso sí, cuando su exceso de pedantería sobrepasa límites soportables, suele decirse que mientras se dedica a parlotear del sexo de los ángeles “da tiempo a esculpir un busto con el contenido de la escupidera”.

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Más al sur, el puntilloso italiano no descansará hasta encontrar el pelo en el huevo: cercare il pelo nell’uovo, mientras el español “expurgará garbanzos”, como los alemanes, que también tienen a sus erbsenzähler, los que se dedican a contar garbanzos. Por último, los ingleses, aunque sean más mansos en relación a esta actitud, también la tienen por negativa. Así, se alejan todo lo que pueden de lo que llaman “buscadores de piojos” o nitpicker.

Nele Yang, traducción de Fernando Navarro Sordo

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