Después del gas, ahora le toca al petróleo ruso someterse a medidas restrictivas por parte de la Unión Europea. El 30 de mayo, los Veintisiete acordaron reducir las importaciones de crudo ruso un 90 % para finales de 2022. Esta decisión, tomada en una cumbre de jefes de Estado y de gobierno al cabo de un mes de reñidas y tormentosas negociaciones, representa apenas una parte del sexto paquete de sanciones económicas contra Rusia como represalia por su agresión contra Ucrania.
En este momento, esto corresponde a «más de dos tercios de las importaciones de petróleo de Rusia, lo que corta una enorme fuente de financiamiento para su maquinaria de guerra», se felicitó el presidente del Consejo Europeo Charles Michel en Twitter. Si bien las cifras son impresionantes, la realidad tiene un poco más de matices: el boicot acordado concierne al petróleo ruso transportado por vía marítima – los famosos dos tercios mencionados por Charles Michel – mientras que el que se importa por tubería por ahora no está sujeto a sanciones, con el fin de cubrir la demanda de países sin salida al mar como Hungría, República Checa y Eslovaquia.
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Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.
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