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Cómo Michelin y su socio indonesio eludieron las normas de los bonos verdes

Royal Lestari Utama, el socio de Michelin en Indonesia (que hoy se encuentra bajo el control de la empresa francesa), logró financiar sus plantaciones de caucho en Sumatra con la ayuda de inversionistas ecorresponsables al encubrir su responsabilidad en cuanto a la deforestación, incumpliendo así con las normas internacionales sobre las finanzas verdes que se había comprometido a respetar. Una operación de greenwashing como corresponde. Tercera parte de nuestra investigación sobre las finanzas verdes y sus fallas, realizada en colaboración con la revista Tempo en Yakarta.

Publicado en 17 noviembre 2022
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Capítulo 3

Detrás de la cortina verde, la biodiversidad se ve destruida

En los capítulos anteriores, vimos que, con el fin de obtener los fondos necesarios para financiar las plantaciones de caucho de su nuevo socio indonesio Royal Lestari Utama (RLU) en la provincia de Jambi, en la isla de Sumatra, Michelin recurrió a bonos verdes en 2018. Estos últimos fueron emitidos por la nueva plataforma de financiamiento sostenible Tropical Landscapes Finance Facility (TLFF) y comercializados por el BNP Paribas. No obstante, la agencia de calificación social y ambiental Vigeo Eiris certificó su conformidad con los principios de los bonos verdes de la International Capital Market Association (ICMA) basándose únicamente en los documentos proporcionados por RLU. Esta última omitió (al igual que el BNP Paribas) informar a Vigeo Eiris sobre la deforestación a escala industrial realizada previamente por su filial local Lestari Asri Jaya y denunciada por varias ONG.


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Preocupados por no comprometer el éxito de una operación destinada a convertirse en un ejemplo, Michelin y los fundadores de la TLFF parecieran haber apoyado a RLU para ocultar esta devastación ambiental a sus potenciales inversionistas, que quizá habrían estado menos entusiasmados si hubieran estado al corriente de la situación. A continuación, veremos cómo esto fue posible y por qué nunca debió haber sucedido, habida cuenta de las normas de las finanzas verdes y de la situación sobre el terreno en Sumatra.

El “visado” concedido por Vigeo Eiris en enero de 2018 que certificaba su conformidad con los principios de la International Capital Market Association (ICMA) es lo que permitió que se registraran los bonos de la TLFF en la base de datos de la Climate Bonds Initiative (CBI), la mayor plataforma de recaudación de fondos para el clima en el mundo. Vigeo Eiris es un auditor aprobado también por la CBI.

La acreditación de los bonos en el escaparate de inversiones climate-friendly de la CBI contribuyó a su reputación y su notoriedad ante los potenciales inversionistas. “Nuestra base de datos se consulta para saber qué es verde. Si los bonos no cumplen con los criterios de nuestra base de datos, no pueden aparecer en los índices [los paquetes propuestos a los inversionistas] de bonos verdes”, explicó a Voxeurop Caroline Harrison, directora de investigación de la Climate Bonds Initiative. Esto lo confirmó Alex Wijeratna, de la ONG medioambiental Mighty Earth: “Los gerentes de cartera pueden pensar que, si los bonos de la TLFF forman parte de un índice verde de buena reputación, pueden proseguir”.

La CBI consideró que los beneficios generados por las plantaciones de Royal Lestari Utama se orientaban hacia la protección del clima, ya que el cultivo del caucho permitiría un secuestro de carbono directo. Asimismo, la involucración de los agricultores locales en la producción del caucho, en paralelo con cultivos alimentarios, mejora sus condiciones de vida y les evita tener que expandir su terreno agrícola todavía más en perjuicio de las zonas forestales.

Tomando como base la evaluación poco sólida de Vigeo Eiris (ver capítulo 2), la CBI avaló los bonos de la TLFF sin tener en cuenta, sin embargo, los gases de efecto invernadero (GEI) liberados por la deforestación anterior, de la cual no podía saber, dado que RLU y el BNP Paribas no habían notificado a Vigeo Eiris al respecto. Sobre todo porque su metodología en el sector agrícola consideraba que una disminución de las emisiones durante el período de inversiones que inició oficialmente en 2018 (fecha de la transacción de la TLFF) sería suficiente. No obstante, nos hemos dado cuenta (ver capítulo 1) de que una parte de los bonos verdes financió retroactivamente el desbroce que contribuyó a la liberación de CO2 antes de la creación de la empresa conjunta entre Michelin y Barito. 

Desde la década de 1980 y la financiarización de la economía, los actores financieros nos han mostrado que los vacíos legales esconden una oportunidad a corto plazo. ¿Cómo terminan los inversores ecológicos financiando a las grandes petroleras? ¿Qué papel puede desempeñar la prensa? Hemos hablado de todo esto y más con nuestros investigadores Stefano Valentino y Giorgio Michalopoulos, que desentrañan para Voxeurop el lado oscuro de las finanzas verdes; hazaña por la que han sido recompensados varias veces.

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